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EDITORIAL

Fórum Universal de las Culturas, toma dos

Durante esta semana volveremos a escuchar otra sarta de bobadas destinadas a adormecer las conciencias y a hacernos creer que la libertad no requiere una vigilancia eterna.

Seguramente casi todos hayan olvidado ya aquel evento celebrado en Barcelona que se publicitó como si fueran unos segundos Juegos Olímpicos o, al menos, una segunda Exposición Universal, y que finalmente pasó sin pena ni gloria como una mera tribuna para que diversos intelectuales de la progresía encontraran un púlpito y pasaran por caja. Esta será la semana del primer foro de la Alianza de Civilizaciones, que no parece que se vaya a distinguir mucho de aquel.

Moratinos ya ha comenzado la campaña de propaganda del evento criticando a quienes "eran un tanto escépticos" con el proyecto de Zapatero, puesto que ahora tiene "programa concreto, con acciones concretas, con financiación concreta". No, si quienes hemos dudado de la fastuosa Alianza algo sí teníamos por seguro: que se iba a derrochar en ella un montón de dinero. ¿Cómo no podía ser así estando envuelto en ella Kofi Annan, el padre de Kojo?

Pero lo que hasta ahora hemos pensado de este proyecto, y con toda probabilidad seguiremos creyendo después de que se celebre el foro, es que nada bueno puede salir de él, porque su base intelectual no es más que ese buenismo infantil que supuraba también por todos sus poros aquel Fórum de las Culturas. Creer que lo que falla en las relaciones entre culturas o civilizaciones son meros problemas de entendimiento y que el diálogo todo lo soluciona. No; quienes realmente tienen respeto por el otro saben que éste puede tener una forma de razonar y unos objetivos completamente distintos a los propios, y que es perfectamente posible que unos y otros no puedan conciliarse. Esa es la manera adulta de mirar al mundo, a la que Z parece no querer enfrentarse.

Así, durante esta semana volveremos a escuchar otra sarta de bobadas destinadas a adormecer las conciencias y a hacernos creer que la libertad no requiere una vigilancia eterna. Esperemos que el Gobierno que salga de las urnas el 9 de marzo abandone esta manera de evadir los problemas y se enfrente con ellos, como debe hacer cualquier dirigente responsable.

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