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EDITORIAL

Gotas de sensatez económica

Lo que ha venido a decir el presidente es que el PP no tiene derecho alguno a expresar su opinión, como tampoco lo tiene la Iglesia, por buscar un ejemplo bien reciente. Aquí todos debemos cerrar filas y exclamar en voz alta nuestra aprobación.

Miedo, mucho miedo parecen tener los socialistas a la crisis económica. No por sus consecuencias reales para los ciudadanos, claro, sino por las electorales, que al fin y a la postre son las únicas capaces de despertar su interés. El último barómetro del CIS mostraba la preocupación creciente de los españoles ante la situación económica, y el PSOE teme que la crisis sea la puntilla de una legislatura marcada por la destrucción de la nación, el proceso de rendición ante ETA y el ataque incesante a la media España que no les vota.

Así, Zapatero ya ha encontrado la forma de echar en cara a la oposición que ejerza su labor acusando a quienes critican la marcha de nuestra economía nada más y nada menos que de antipatriotas. Sin duda, muchos se habrán preguntado que tendrá que ver la velocidad con el tocino, y la respuesta del presidente es que el alarmismo "puede perjudicar las expectativas de la economía". Si es por eso, las alarmas ya estaban en marcha desde antes incluso de que terminara la segunda legislatura de Aznar y no por ello bajaron las expectativas; no, lo han hecho cuando el fin del ciclo que desde tan lejos se veía venir ha llegado. Además, los inversores hacen mucho más caso al Financial Times, UBS o a Merryl Lynch que a Mariano Rajoy. O al propio Zapatero, ya que estamos.

En definitiva, la advertencia del presidente a la oposición carece de sentido económico. Sin embargo, adquiere todo su significado cuando se contempla a la luz de sus cuatro años de Gobierno. Lo que ha venido a decir el presidente es que el PP no tiene derecho alguno a expresar su opinión, como tampoco lo tiene la Iglesia, por buscar un ejemplo bien reciente. Aquí todos debemos cerrar filas y exclamar en voz alta nuestra aprobación. Y luego tendrán el valor de calificar a los populares de "derecha extrema".

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