No hace ni siquiera un mes que el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se comprometió solemnemente, y ante un auditorio tan prestigioso e influyente como el reunido en las jornadas organizadas por The Economist, a reducir el tipo del Impuesto de Sociedades hasta el 25 por ciento en el caso de las pymes, y al 30 por ciento para el resto de las empresas. Dos días después, el pasado 23 de noviembre, el secretario de Estado de Hacienda, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, salía a la palestra para rebajar las expectativas generadas por el compromiso presidencial, y situaba dicha reforma fiscal en un horizonte temporal de 3 a 5 años.
Pues bien, este mismo martes el secretario de Estado ha terminado de pulverizar la promesa de ZP considerando "suicida" que la rebaja, aún aplazada, supere los cinco puntos en el tipo del 35 por ciento.
Ya dijimos hace tiempo que sería difícil equilibrar el rigor presupuestario y la rebaja de impuestos prometido desde el Ministerio de Economía y Hacienda y la incontinencia en el gasto, tan apreciable en los responsables de otras carteras ministeriales. Eso, por no hablar de la influencia manirrota de los irresponsables y radicales socios de gobierno como son ERC o IU. Son estos últimos, en realidad, quienes obstaculizan las rebajas fiscales, por mucho que, desde Hacienda, se tenga la obligación de constatar la dificultad de mantener el equilibrio.
El caso es que el PP, gracias a su mayoría en el Senado, ha logrado introducir una enmienda a los presupuestos, muy en la línea del compromiso de rebaja fiscal adquirido por el presidente, y que volverá a ser sometida a valoración por los partidos políticos en el Congreso para poder ser, finalmente, aceptada.
Ahora sólo queda por dilucidar que hará ZP. ¿Cumplirá finalmente su promesa? ¿Nos convencerá de que forma parte de su "talante" el ser tan notoriamente cuestionado por un secretario de Estado de su propio gobierno? A ZP siempre se le dio mejor las promesas y las sonrisas vacías que la Economía. En cualquier caso, el PSOE tendrá en el Congreso una segunda oportunidad de hacer realidad la promesa presidencial. Sin recortes y sin dilaciones.
