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EDITORIAL

¿Hasta dónde piensa llegar el Gobierno?

A la vista está que, para este Gobierno del 14-M, no es suficiente la bochornosa manipulación política y moral que ha conseguido que algunas víctimas del 11-M coincidan con sus verdugos en tildar de “asesino” a Aznar

No contento con haber unido fuerzas contra el PP con los autores —y, desgraciadamente, con algunas de las víctimas— de la mayor masacre terrorista de nuestra historia, el PSOE de Zapatero prosigue su campaña de difamación contra las víctimas que, como las de ETA, no comparten ni piensan compartir objetivo político alguno con sus verdugos.
 
La obsesiva persecución contra el PP —y contra las organizaciones que, como las víctimas de ETA, no están dispuestas a seguir al PSOE en ese juego— ha llegado al extremo de utilizar a la policía para que detengan sin pruebas a dos militantes del PP que se encontraban a pocos metros del ministro Bono durante los incidentes que produjeron unos pocos exaltados durante la manifestación del pasado sábado.
 
A la vista está que, para este Gobierno del 14-M, no es suficiente la bochornosa manipulación política y moral que ha conseguido que algunas víctimas del 11-M coincidan, nada más y nada menos, que con sus verdugos en tildar de “asesino” a Aznar. Ahora tratan de lograr también que las víctimas de ETA y cuantos las respaldan dejen de ser un referente moral para la inmensa mayoría de los españoles ante un camino de cesión ante el nacionalismo, que el Gobierno, por boca de su presidente, pretende dirigir hacia un diálogo con ETA.
 
En lugar de corregir el rumbo y dar todo su apoyo a una manifestación en la que se reclamaba “Memoria, Dignidad y Justicia” para las víctimas, el Gobierno de ZP quiere que el incidente de Bono sirva para eclipsar en la memoria de los ciudadanos el sufrimiento de las víctimas; denigrarlas sobredimensionando todo lo que sea posible lo que no es más que un supuesto intento de agresión por parte de uno o de unos pocos exaltados. Con ese incidente también se quiere presentar la lógica y desesperada oposición al diálogo y a la impunidad de ETA, no como un imperativo de justicia, sino como un síntoma de “manipulación política”.
 
Lo que sería fruto de una manipulación política inconmensurable sería lograr que unas víctimas de ETA no se sintieran indignadas ante ese horizonte y ante un espectáculo tan indecente como ver a un partido que, como el PSOE, tiene como socio de gobierno a los socios de ETA en Perpiñán. Un espectáculo y unas alianzas de gobierno con formaciones antisistema que no tienen parangón en ninguna democracia occidental, pero que aquí, gracias a una generalizada insensibilización y manipulación mediática, son todas ellas de recibo. Tan de recibo, como detener a unos militantes de la oposición con la única prueba de que han participado en una manifestación contra el terrorismo y en defensa de la memoria, la dignidad y la justicia de sus víctimas.

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