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EDITORIAL

Hay que reactivar los complejos del PP

Eso, por no recordar que su "vigilante" apoyo al Gobierno pasaba olímpicamente por alto que, en un Estado de Derecho, aun la "voluntad de reinserción" se constata individualmente con los delincuentes en prisión, no con criminales fugitivos de la justicia.

Rubalcaba vuelve a la carga. Tras el intento fallido de neutralizar a las víctimas, el ministro del Interior se podía, al menos, consolar con el apoyo –no total, pero sí "condicionado"– que el PP ha venido brindando inconscientemente a toda esa farsa del "proceso de paz". Una falsa "paz" con la que el Gobierno del 14-M quiere disfrazar las cesiones que le exigen los socios vascos del Pacto de Perpiñán, tan insaciables o más que los catalanes. Rubalcaba lo oculta, pero sabe que sus chantajistas compañeros de viaje amenazan con el carácter "reversible" de su alto el fuego si no obtienen de todo este infame proceso las pertinentes nueces políticas.

El Gobierno del 14-M ha conseguido tranquilizar a ETA y fortalecer su pacto temporal con la organización terrorista al autorizar ya contactos políticos con sus representantes batasunos. Pero esto ha hecho, a su vez, despertar al principal diario y al principal partido de la oposición de su suicida candidez.

Con la mejor y más torpe de las intenciones –como esa de "verificar la disposición de ETA de entregar las armas"– buena parte de la derecha política y mediática prestó desde el primer día su cándido apoyo a los contactos del Gobierno del 14-M con una organización terrorista que hasta ahora no ha ocultado, en ningún momento, los precios que reclama por el mantenimiento de su alto el fuego. Eso, por no recordar que el "vigilante" y "limitado" apoyo al Gobierno de esta derecha tan centrista pasaba olímpicamente por alto que, en un Estado de Derecho, aun la "voluntad de reinserción" se constata individualmente con los delincuentes en prisión, no con criminales fugitivos de la justicia. Las "buenas intenciones" no legitiman, ni ahora ni nunca, la neutralización de los agentes policiales y del Estado de Derecho que exige, en mayor o menor medida, pero de forma inexorable, todo contacto con ETA, tenga el objetivo que tenga.

El caso es que si la derecha dio su "vigilante" aquiescencia a los contactos con ETA con el camelo de verificar la "entrega de las armas", Rubalcaba, apremiado por los terroristas, aspiraba a que el PP también se tragara, aun "vigilante", el camelo de lo importante que es "trasladar a Batasuna que es necesario que condene la violencia".

Rajoy parece, sin embargo, dispuesto a no volver a tropezar una vez más en la misma piedra, y se ha comprometido incluso a acudir en persona a la manifestación de las víctimas que se celebrará el próximo sábado. Rubalcaba teme que el PP sea claro y pase a denunciar, sin cortapisas, la infame desnudez que oculta Zapatero bajo su falso traje de pacificador. El alto el fuego de los terroristas es un anestésico que puede perder fuerza si el PP –con Rajoy a la cabeza– empieza a despertar el sentido común de la gente y los ciudadanos empiezan a percibir el juego que Zapatero está brindando al chantaje de ETA.

Esa es la única razón por la que este manipulador compulsivo que dirige el Ministerio del Interior acaba de ofrecer a Rajoy que transija sin hacer ruido con los contactos con Batasuna, a cambio de "mayor información". ¿Y qué mayor información va a brindar Rubalcaba que ha ocultado hasta ahora al líder del PP? ¿De cómo se neutraliza a la policía española para que no se le ocurra detener a los etarras que van a "dialogar" con el Gobierno? ¿De cómo se neutraliza la Ley de partidos para que Batasuna se sienta, justificadamente, "legalizada de facto"? ¿De cómo van a acusar al PP de poner en riesgo la paz si Rajoy no mira para otra parte? ¿De cómo van equiparar la infamia de Zapatero con los errores de Aznar y González en Suiza y Argel? ¿De cómo con la fiscalía se puede neutralizar hasta jueces como Marlaska? ¿De cómo pretenden colar un estatuto soberanista a los magistrados del Tribunal Constitucional?

No sabemos el suicida alcance que tendrán los complejos del PP en todo este infame proceso que padece nuestra nación y nuestra democracia. Lo que es evidente es que Rubalcaba sigue contando con ellos. Con los políticos y con los periodísticos. Y no, precisamente, como disuasorios muros de contención.

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