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EDITORIAL

Incorregible Peces Barba

Su labor consiste, o ha consistido, en servir de privilegiado eslogan publicitario para Zapatero tras la comparecencia de Pilar Manjón en la Comisión del 11-M

Pocas maniobras de distracción han cosechado tan poco éxito y se han puesto en evidencia en tan poco tiempo como la orquestada por Zapatero designando a Gregorio Peces Barba como Alto Comisionado para las Víctimas del Terrorismo. Hace exactamente un mes pedíamos desde estas páginas el cese inmediato del funcionario por no asistir a la manifestación del 22 de enero y por las descalificaciones hacia la AVT que le siguieron. Entonces dijo que ésta se desarrolló "en un clima de odio y de aplicación de la perversa dialéctica amigo-enemigo" y que no se presentaría en ningún acto “no unitario”.
 
Curiosa la idea de unidad que tiene el Alto Comisionado. A lo largo del mes de febrero no sólo ha evitado a las víctimas del terrorismo etarra, sino que se ha empeñado en vejarlas en varias ocasiones. Aparte de faltar a los actos de homenaje que se celebraron en memoria de Gregorio Ordóñez o Alberto Jiménez Becerril -ambos del PP-, aseguró que veía normal que se diesen subvenciones a familiares de presos de ETA siempre que, paralelamente, se concediesen también a las víctimas del terrorismo. La vieja táctica de la equidistancia que, en este caso, es todavía más vil e hiriente para con los que han padecido en carne propia el azote criminal del terrorismo. Para Peces Barba los familiares de los verdugos son exactamente igual a los familiares de las víctimas. Nauseabunda apreciación que lo dice todo respecto al personaje que presuntamente vela por los intereses de las víctimas.
 
Semejante actitud exigía al menos una explicación en sede parlamentaria. Después de esperar casi un mes, el Alto Comisionado se dignó ayer a comparecer ante los diputados y lo hizo en un estilo lamentable. Desganado, chulesco y desafiante, Peces Barba no aceptó ni una de las muy justificadas críticas que se le hicieron desde el Grupo Popular. En respuesta a la diputada Alicia Sánchez Camacho, que puso al Alto Comisionado frente a su propia incompetencia, Peces Barba se negó a contestar las acusaciones calificándolas de mentiras. "Uno de mis problemas fundamentales es que tengo que callarme, autocensurarme", concluyó, dando por cerrado cualquier debate sobre su nefasta gestión. El resto de la comparecencia consistió en una larga divagación a medio camino entre el tedio y la burla a las víctimas que representa. Muy en la línea de insufrible profesor universitario regaló a los diputados un trabalenguas que merece pasar a la historia del parlamentarismo español. Aludiendo a la investigación del terrorismo barbotó que había "necesidad de muscular, si me permiten la expresión, las dimensiones afectivas potenciando las dimensiones racionales vinculadas a la investigación sobre el terrorismo". Peor imposible. Para rematar asegurando que “como verán, en dos meses nos hemos movido bastante”. Bastante mal, se entiende.
 
La figura de Alto Comisionado, que ha sido ya calificada como superflua por alguna renombrada víctima del terrorismo, es inútil y sólo está causando fragmentación. No sirve absolutamente para nada. Su aportación ha sido nula en los tres meses de vida de la institución y, para colmo, ni siquiera se ha preocupado de guardar las formas asistiendo a los homenajes programados o a las Jornadas Internacionales sobre Víctimas del Terrorismo que esta semana se están celebrando en Colombia. Ya recordó en cierta ocasión que su labor no consistía en eso y quizá esté en lo cierto. Su labor consiste, o ha consistido, en servir de privilegiado eslogan publicitario para Zapatero tras la comparecencia de Pilar Manjón en la Comisión del 11-M. Porque de esas víctimas sí quiere saber, es más, parece que son las únicas que le interesan y a las únicas que, hoy por hoy, representa.   

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