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EDITORIAL

Irán y los rehenes británicos

Está más que justificado que Blair, junto a su deseo de resolver este gravísimo incidente a través de los canales diplomáticos, haya añadido -lógicamente sin concretar- que, en caso contrario, "tendríamos que pasar a una fase diferente"...

En una nueva muestra de "respeto" a la legalidad internacional, el régimen islamista iraní mantiene retenidos a los ocho marineros y siete infantes de marina británicos que fueron capturados por la fuerza naval iraní el pasado viernes, mientras realizaban labores de inspección a un buque mercante en aguas jurisdiccionales iraquíes al norte del golfo pérsico.

Aunque el opaco régimen iraní asegure que la detención se produjo en sus aguas jurisdiccionales y haya filtrado la posibilidad de acusar a los británicos de "espionaje", lo cierto es que también fueron medios iraníes los que, ya el pasado sábado, señalaron que Teherán habría tomado una semana antes la decisión de detener a los marinos para forzar un intercambio con los agentes de la Guardia Revolucionaria iraní que habían sido detenidos en territorio iraquí por fuerzas estadounidenses.

Sean estás las "razones" de las autoridades iraníes o su deseo también de tener una moneda de cambio ante la aún no esclarecida pérdida de contacto con el enviado especial de su Ministerio de Inteligencia a Turquía, el coronel Amir Muhammad Shirazi, lo cierto es que este nuevo e ilegal desafío iraní a la comunidad internacional coincide con la aprobación por unanimidad del Consejo de Seguridad de nuevas sanciones , tras la enésima negativa de Teherán de suspender sus actividades de enriquecimiento de uranio.

Vista la arrogancia y el fanatismo de Teherán, está más que justificado que Blair, junto a su deseo de resolver este gravísimo incidente a través de los canales diplomáticos, haya añadido –lógicamente sin concretar– que, en caso contrario, "tendríamos que pasar a una fase diferente"...

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