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EDITORIAL

La ANC va en serio. ¿Y el Gobierno?

Con estas cosas el Gobierno central no debería tolerarse a sí mismo la inactividad, ni –mucho menos– una sola broma.

Más allá de que se puedan hacer bromas sobre los planes del independentismo catalán para dotarse de un Ejército y una Armada, que efectivamente tiene extremos cómicos, en lo desvelado por Libertad Digital hay algo importante que no está siendo resaltado en los demás medios de comunicación: que el plan independentista puede ser mejor o peor, pero no se está improvisando y, desde luego, es detallado.

Si un plan se define con obsesivo detalle es porque se tiene la intención de llevarlo adelante. Nadie diseña un nuevo Estado con minuciosidad si no tiene la intención, y la determinación, de que el dibujo teórico se convierta en una realidad.

Hay otra conclusión que resulta evidente cuando se ven los documentos de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) pero que tampoco se está destacando en el espacio público: la intención de conformar un muy costoso Ejército muestra a las claras que el independentismo catalán está dispuesto a sacrificar la economía de su hipotético Estado, y el bienestar de sus habitantes, en aras de la construcción nacional.

Pus bien, cada uno de los puntos que se desvelan de este plan secesionista recibe del Gobierno central la misma respuesta, excelentemente ejemplificada por el ministro de Defensa este miércoles: no hay comentarios.

Es posible que el de Defensa no sea el miembro del Ejecutivo más adecuado para dar la respuesta política al independentismo catalán –aunque cualquier cosa sería mejor que las habituales intervenciones del titular de Exteriores–, pero entre reto y reto, mientras los nacionalistas van demostrando que ellos van en serio –y hay que recordar que tienen ya hasta fecha para la independencia–, el Gobierno nunca parece querer afrontar la cuestión.

Ciertamente, el nacionalismo sin vergüenza acusa a cualquiera que le plante cara de ahondar en la fractura Cataluña-resto de España, pero dejar el espacio político libre y rehuir cualquier enfrentamiento solo corre en su beneficio.

A estas alturas está ya muy claro que el independentismo catalán va muy en serio. ¿Y el Gobierno central? ¿Va también en serio? Con estas cosas no debería tolerarse a sí mismo la inactividad, ni –mucho menos– una sola broma.

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