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EDITORIAL

La baza de la Justicia

Las agresiones a afiliados y bienes del PP, el insulto y la bufonada sobre cualquiera que defienda ideas y valores constitucionales, se han convertido en prácticas cotidianas, toleradas, incluso bien vistas o fomentadas desde las instituciones

El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña ha abierto una investigación sobre el alarde proetarra exhibido durante el partido de fútbol que hermanó el pasado 8 de octubre en el Camp Nou a esos engendros del odio conocidos como "selecciones nacionales" de Cataluña y País Vasco. Una denuncia de Convivencia Cívica Catalana, asociación que representa lo poco de libre que le queda a la sociedad civil de Cataluña, ha inducido a que se investigue la colocación de pancartas a favor de ETA y de sus terroristas en un bochornoso espectáculo que simbolizó, como pocos acontecimientos, la España de Zapatero, en la que los enemigos de la Constitución y los violentos totalitarios se enseñorean en la calle y en las instituciones con la comprensión, cuando no el aliento, del Gobierno, mientras los demócratas y gentes de Ley tienen que buscar refugio o resignarse al silencio cada vez que el matonismo nacionalista demuestra su poder y su impunidad.

Las agresiones a afiliados y bienes del PP en Cataluña, el insulto y la bufonada en medios de comunicación públicos sobre cualquiera que defienda ideas y valores constitucionales, se han convertido en prácticas cotidianas, toleradas, incluso bien vistas o fomentadas desde las instituciones; indicativas, en cualquier caso, del estado de amedrentamiento que sufre la mayoría de los españoles a manos de las minorías despóticas que hoy sostienen a Rodríguez Zapatero en el poder. En este contexto, la actuación de una Justicia independiente debe ser la garantía más eficaz de la plena vigencia del orden constitucional y de amparo de la inmensa mayoría que quiere vivir en libertad y conforme a la Ley.

Convivencia Cívica Catalana ha acudido a la instancia adecuada para defender la legalidad de un Estado de Derecho, una vez constatado que este Gobierno no hará nada por preservarla del expansionismo nacionalista y violento. No siempre la Justicia ha estado a la altura del crucial papel que le toca desempeñar en este régimen de libertad amenazada. Pero cuando lo hace, cuando cumple con su deber e investiga evidencias de delito, como en este caso flagrante de exhibición de apología terrorista, su eficacia y consuelo se multiplican. Es, junto a una sociedad civil resistente y no resignada, la mejor baza de la libertad y la democracia frente a la amenaza del populismo despótico y la violencia nacionalista.

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