El partido liderado por Pablo Iglesias ha presentado este lunes varios documentos que están destinados a marcar aspectos fundamentales de la organización y, supuestamente, sus principios éticos y políticos. Sus responsables –la plana mayor del partido– los presentan como "borradores", pero a nadie se le escapa que una propuesta lanzada por la cúpula será aprobada sin mayor problema, y con muy pocas variaciones, por las asambleas o círculos.
Algo que, por cierto, será muy fácil a partir de ahora, con la estructura diseñada por Iglesias y los suyos, que bascula entre el poder del secretario general, cargo previsiblemente reservado para el propio eurodiputado, y el de una Asamblea Ciudadana que, como todos los organismos de este tipo, será fácilmente controlable y manipulable. Un diseño, en suma, entre el líder supremo y el culto a la personalidad y el sóviet –que no en vano es una palabra rusa para designar a una asamblea o comité– que trae viejos recuerdos, no precisamente gratos, y que muestra a las claras que la cúpula de Podemos vende una mercancía ciudadana y asamblearia pero en realidad pretende ejercer, como todas las direcciones de todos los partidos, un férreo control sobre su organización.
Por otro lado, los documentos muestran, por si alguien todavía lo dudaba, que los líderes de Podemos no son "cuatro frikis" con un proyecto que se desinflará a la mínima: se trata un grupo preparado y que tiene muy clara la estrategia que debe seguir para conquistar el poder. Una eventualidad que no es imposible y que, aunque no llegase a su último término, les hace una fuerza muy peligrosa para el país: su irrupción en el Parlamento incluso sin ser el partido mayoritario haría muy difícil, por no decir imposible, llegar a cualquier acuerdo, ya de por sí complicado, para llevar a cabo una reforma constitucional en la buena dirección.
Los redactores de los documentos también demuestran que tienen muy claros los dos problemas más importantes que pueden quebrar su estrategia. El primero de ellos es, precisamente, lo que todos los ciudadanos están deseando ver: que la recuperación económica se convierta en una realidad más tangible para todos. El segundo sería la recuperación de un PSOE cuyo desmoronamiento es el principal factor de que, como en los propios documentos se recoge, se le haya abierto a Podemos una "ventana de oportunidad" para alcanzar el poder. A este respecto, no resulta tranquilizador ver a unos socialistas que están ganando presencia mediática, sí, pero que no logran construir un discurso serio, consistente y regenerador, sobre todo porque su vinculación con la corrupción es evidente a los ojos de los ciudadanos, y seguirá siéndolo mientras la Susana Díaz de los ERE sea la dirigente con más peso del partido.
En definitiva, Podemos crece y va tomando forma, y su propia casta va dejando cada vez al descubierto sus intenciones, al menos para quien no quiera cerrar los ojos ante este fenómeno que supone otro gravísimo reto para una España que está, y en esto los de Iglesias han acertado el diagnóstico, en uno de sus más complicados momentos.