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EDITORIAL

La doble moral de la izquierda

En el neomarxismo y socialismo patrios abunda una profunda hipocresía y una deleznable doble moral

Lo mínimo que se le debería exigir a un político es coherencia y respeto hacia los principios y valores que propugna. Pero esta regla, siendo bastante endeble en la clase política española, resulta inexistente entre los grandes adalides de la izquierda nacional. De hecho, lo que abunda en las filas del neomarxismo y socialismo patrios es justo lo contrario, es decir, una profunda hipocresía y una deleznable doble moral, que, entre otras muchas cosas, demuestra la falsedad de su argumentos y la mezquindad de sus propósitos. El último ejemplo de dicha hipocresía es Manuela Carmena, la candidata de Ahora Madrid, la plataforma ciudadana que apoya Podemos, quien, lejos de defender a los trabajadores y proteger a los más débiles, tal y como enfatiza en público, aceptó el traspaso de bienes con el que su marido pudo declararse insolvente tras la quiebra de su empresa, dejando a la intemperie a sus antiguos empleados.

Los extrabajadores de i3 Consultores se sienten engañados y no dudan en denunciar las "dos caras" de la candidata, ya que, en principio, fueron contratados como "falsos autónomos" y, posteriormente, trabajaron un año sin cobrar para, finalmente, ser despedidos sin cobrar un euro, mientras que el marido de Manuela Carmena "no dejaba de viajar a China en primera y se paseaba por la ciudad con un Lexus de alta gama". Su doblez es aún mayor si se tienen en cuenta sus feroces críticas hacia la empresa privada y el afán de lucro, siendo su marido un empresario de tal cariz.

No es el único ejemplo y, por desgracia, tampoco será el último. La lista de desvergüenzas abunda entre las filas de la izquierda política. Ahí está el hoy denostado Juan Carlos Monedero, antiguo número tres de Podemos, sospechoso de fraude fiscal por usar de forma torticera su sociedad para facturar más de 400.000 euros procedentes de regímenes bolivarianos con el fin de pagar menos impuestos de los debidos, pese a que buena parte del discurso de Podemos ha consistido en denunciar la evasión fiscal y la escasa tributación de las empresas. Igualmente, destaca el caso de Íñigo Errejón, sancionado por la Universidad de Málaga tras descubrirse que había incumplido todas sus obligaciones laborales, pese a beneficiarse de una generosa beca, siendo, además, un enchufado a dedo. Errejón, el mismo al que se le llena la boca a la hora de denunciar a la "casta" y renegar de los "privilegios" de los que gozan unos pocos a costa del dinero de los demás.

O qué decir de Pablo Iglesias, el líder supremo de Podemos, defensor de los pobres y azote de los ricos, pese a disfrutar de unos suculentos ingresos anuales que le sitúan, directamente, entre el 1% de la población con mayor renta de España, esos mismos a los que acusa de antipatriotas y culpables de la crisis por el mero hecho de ser "ricos". Lo mismo se podría decir de José Bono, cuyo extenso patrimonio no casa en absoluto con su presunto discurso socialista, o de la mayoría de candidatos del PSOE a las autonómicas, quienes, por un lado, critican la acumulación de riqueza y, por otro, disfrutan de elevadas rentas sufragadas por los contribuyentes.

Asimismo, en el recuerdo queda ya la imposición del catalán por parte del expresidente de la Generalidad José Montilla y su cerrada defensa de la enseñanza pública, mientras, al mismo tiempo, matriculaba a sus dos hijos en el privado y muy elitista Colegio Alemán de Barcelona, así como el bochornoso desvío de fondos públicos por parte de los sindicatos en Andalucía, aprovechándose de los EREs que sufrían miles de trabajadores, por citar tan sólo algunos de los casos más sonados. Ejemplos de hipocresía y doble moral en la izquierda hay muchos, sin duda, pero vergüenza, lo que se dice vergüenza, es evidente que no tienen ninguna.

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