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EDITORIAL

La elevada sensibilidad social de Solbes

Como ha dicho Montoro, parece que Solbes quiera "sanear la economía a costa del empleo de los demás". Parafraseando a Ronald Reagan, quizá el primer paso para la recuperación sea que el propio vicepresidente económico pierda el suyo.

Los socialistas siempre están jactándose de su gran "sensibilidad social" y lo mucho que les importan aquellos que menos tienen. Cierto es que sus actos suelen estar muy alejados de sus palabras, pero rara es la ocasión en que su máquina de la propaganda no está propagando ese mito. De hecho, el plan del PSOE para procurar que la crisis no afecte a sus expectativas electorales consiste en convencer a los votantes de que los subsidios con los que los socialistas sustituyen a los empleos correrían peligro con el PP. De ahí que sus terminales mediáticos y sindicales insistan en que esta crisis no tiene remedio y que no se puede hacer nada que la acorte. Si convencen de eso a los ciudadanos, sólo les queda venderles que es mejor que ellos gobiernen mientras duren las vacas flacas, porque al menos no les quitarán la morfina de la subvención.

Pero hete aquí que llega Solbes, todo un vicepresidente segundo, el hombre con el que Zapatero cree poder calmar a los ciudadanos preocupados por la crisis, y declara que "si la recesión sirve para limpiar la economía, entonces no tiene mayor importancia". Es decir, que si dentro de dos o tres años, en el mejor de los casos, España vuelve a crecer sobre bases más sanas, los sufrimientos de los ciudadanos no es ya que estén justificados, sino que ni siquiera merecen una mínima preocupación por su parte. Y suponemos que la de Zapatero

No le podemos negar a Solbes que las crisis son una consecuencia de la sobreinversión en ciertos sectores económicos cuyos proyectos parecen rentables sólo porque el crédito está artificialmente barato, debido a la política de los bancos centrales. Cierto es que las crisis son una corrección que mueve los factores productivos –incluyendo el empleo– de esos sectores sobredimensionados a otros más rentables. En ese sentido, es verdad que una recesión puede "limpiar" la economía. Pero de ahí a negar la importancia de una crisis hay un techo muy grande.

El mismo Henry Hazzlit, que en su Economía en una lección definía al mal economista como aquel que se fija sólo en los efectos de una política a corto plazo y sobre un grupo concreto, y dedicaba su libro a ilustrarnos sobre qué consecuencias tenía el intervencionismo para toda la población, recordaba que eso no significaba que debiéramos obviar los problemas que se les pudieran presentar durante un periodo de tiempo a un grupo concreto de la población. No era algo que le preocupase demasiado porque lo creía un vicio en el que sólo incurrían unos pocos economistas. Se ve que entre ellos está el ministro de Economía, al que todavía no ha corregido Zapatero, ese hombre supuestamente tan preocupado por los "derechos sociales".

Para que esta crisis no sea tan larga y profunda, el Gobierno debe poner de su parte para que esa "limpieza" se produzca lo más rápidamente posible. Para lograrlo se debe, por un lado, inhibir en el proceso de eliminación de las malas inversiones, para que éstas liberen cuanto antes los factores productivos que están derrochando. Todo lo contrario a lo que planea el ejecutivo, que ha aprobado y piensa seguir aprobando ayudas multimillonarias a los sectores inmobiliario y de la construcción. Por otro lado, hay que eliminar barreras para que esos factores productivos "liberados" –especialmente los trabajadores– se muevan a otros sectores. Por ejemplo, reduciendo el coste del despido, que inhibe a los empresarios de contratar a más personal, y bajando los impuestos a inversores y empresas, para que puedan ser más productivas y crear empleo.

El problema es que el Gobierno de Zapatero no se plantea siquiera ni una sola de estas medidas. Como ha declarado Cristóbal Montoro en Libertad Digital TV, parece que Solbes quiera "sanear la economía a costa del empleo de los demás". Parafraseando a Ronald Reagan, quizá el primer paso para la recuperación sea que el propio vicepresidente económico pierda el suyo.

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