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EDITORIAL

La España seca se acordará de ZP

No hay esperanza de que el gobierno de Zapatero enmiende su disparate, pues el estatuto soberanista catalán viene a apropiarse y a blindar las competencias sobre las aguas del Ebro.

Pocas cosas anticiparon y sirven de ejemplo del perjuicio que para la cohesión de España iba a provocar el gobierno de Zapatero, que su salvaje decisión de liquidar, nada más llegar al poder, el Plan Hidrológico Nacional. Aquello satisfizo a sus aliados separatistas, pero causó perplejidad e irritación en la UE, que ya había accedido a destinar fondos europeos para su ejecución, y en una España seca que sigue sin comprender cómo se desaprovecha el agua que sobra y se vierte al mar.

Si el Gobierno de Zapatero quiso simular un plan con la surrealista propuesta de utilización generalizada de desaladoras, su perjuicio económico y ecológico ha dejado en nada semejante alternativa. Para colmo, no hay esperanza de que el gobierno de Zapatero enmiende su disparate, pues el estatuto soberanista catalán viene a apropiarse y a blindar las competencias sobre las aguas del Ebro.

Lo que desde luego no se han cicatrizado son los surcos de la tierra seca y las heridas que provoca en sus habitantes semejante política por parte del Gobierno. Por lo pronto ya se han encendido las señales de alarma. Según datos difundidos por el propio Ministerio de Medio Ambiente, la capacidad de nuestros embalses ha descendido a los niveles más bajos de los últimos diez años y han colocado nuestras reservas de agua en cifras inferiores a las que se registraron en los primeros días de junio del año pasado. La reacción, tanto del gobierno como de sus perjudicados ciudadanos, la veremos este verano; un verano que todavía ni siquiera ha comenzado.

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