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EDITORIAL

La estrella más brillante de producciones Rubalcaba

Está claro que ZP quiere poner punto final a una Comisión de Investigación del 11-M que deje las cosas tal y como estaban el 14-M

La intervención del presidente del Gobierno ante la Comisión de Investigación del 11-M, a pesar de batir todos los récords por su duración, no habrá servido para aclarar ni una sola incógnita de las muchas que quedan por despejar en torno a la autoría y preparación de la mayor masacre terrorista de nuestra historia, pero ha dejado bien claro el compromiso personal del vencedor del 14-M con toda aquella infame campaña desatada por su partido y sus medios de comunicación para lograr que una masacre terrorista tuviera los efectos políticos buscados por quienes la perpetraron. Si para atender al guión de Prisa y Rubalcaba era necesario que ZP no contestara a muchas preguntas o que manipulara los hechos o que sufriera increíbles pérdidas de memoria, habrá que reconocer que el presidente del Gobierno ha hecho todo ello con total desparpajo y desenvoltura.
 
El presidente del Gobierno ha empezado tratando de parapetarse en el pacto antiterrorista que él ha violado sistemáticamente, no ya del 11 al 14-M sino desde que decidió acabar políticamente con el principal impulsor socialista de esta línea de acercamiento al PP en materia antiterrorista como fue Nicolás Redondo Terreros. ZP ha continuado en esa línea, pero ya con una mentira descarada, como es la de decir que él “siempre” ha expresado su solidaridad y apoyo al Gobierno del PP tras cualquier atentado terrorista. No fue eso lo que hizo su partido del 11 al 14-M, que a las pocas horas de la masacre interpelaba al Gobierno por la autoría de la masacre, evidentemente no por el temor de que ningún inocente fuera a ser falsamente imputado o algun culpable exonerado, sino precisamente por la confesa determinación de ZP ante los micrófonos de la SER el mismo 12-M de arremeter políticamente contra el Gobierno de la Nación y su política respecto a Irak en el caso de que fueran islamistas y no etarras los autores de la masacre.
 
La determinación del partido de Zapatero por explotar políticamente aquella masacre terrorista contra el partido que en ese momento estaba en el Gobierno y a la cabeza en todos los sondeos de intención de voto del país, fue evidente desde el mismo momento en que el propio Aznar informó de los primeros hallazgos que, sin desbancar a ETA como el principal destinatario de las sospechas de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, les obligaban a abrir una nueva línea de investigación que resultó ser, por ahora, la determinante.
 
Por manipular, ZP hasta ha llegado a negar en su comparecencia los efectos políticos que los terroristas buscaban y encontraron con aquella matanza. Si los terroristas pretendían culpar al Gobierno de aquella masacre, se pudo comprobar que los socialistas no sólo hicieron lo mismo, sino que, además, le acusaban de mentir y ocultar información a la ciudadanía.
 
Dice ZP que “no tiene sentido” buscar intencionalidades políticas a los actos terroristas. ¿Pero es que ZP no ha observado acaso la cantidad de gente que los terroristas han masacrado y degollado para tratar de conseguir que otros Gobiernos hagan lo mismo que hizo ZP nada más ganar las elecciones? ¿Es que los terroristas antes o después del 11-M no trataban ni tratan de imponernos ya “precios por la paz”? ¿No fue acaso preguntar por el resultado de las elecciones lo primero que hizo Zougam el 18-M tras cinco días de incomunicación? ¿Acaso “El Egipcio” no pretendía que Berlusconi cosechara el mismo desastre electoral que el “perro de Aznar”? ¿Acaso este imputado en el 11-M no puso lo ocurrido en Madrid como un “ejemplo” para el resto de Europa?
 
Tampoco nos podemos creer que Zapatero haya dicho la verdad cuando dice “no recordar” si habló —nada menos— que de la existencia de terroristas suicidas cuando se puso en contacto con los directores de los principales periódicos de nuestro país. Como tampoco nos parece honesto cuando dice que los antecedentes de las intentonas etarras de cometer atentados en Madrid no constituían una razón de peso para que el Gobierno dirigiera inicialmente sus sospechas hacia el terrorismo nacionalista. ¿En qué se basó él, si no es en estos antecedentes, para responsabilizar a ETA de la matanza antes de que lo hiciera representante alguno del anterior Gobierno? ¿Qué valor dar a su desmarque del infame y antidemocrático acoso perpetrado contra las sedes del PP en la misma jornada de reflexión cuando ZP sigue hoy negándose a condenarlo? ¿Qué credibilidad otorgar a sus palabras cuando su propio portavoz, Alfredo Pérez Rubalcaba, acusaba hasta el mismo día de reflexión al Gobierno de mentir ante las mismísimas cámaras de televisión?
 
¿Qué honestidad intelectual se puede presuponer de un dirigente que sitúa en el terreno del azar a los datos de una posible conexión entre ETA y los islamistas en base a unos informes elaborados hace sólo unos días y, nada menos, que por Telesforo Rubio, el mismo que preparó su intervención en la sede de Gobelas?
 
Lo que está claro es que ZP quiere poner punto final a una Comisión de Investigación del 11-M que deje las cosas tal y como estaban el 14-M. Sólo hasta esa fecha estuvieron los socialistas interesados por la verdad, una "verdad" que se limita a un interés por una victoria electoral que los sondeos les negaban tres días antes de las elecciones. 

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