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EDITORIAL

La foto de la vergüenza

Por mucho que le moleste a Pedraz, aunque un acto no necesite autorización, cuando se le pregunta a un juez y no lo prohíbe, lo está consintiendo

Cuando en Libertad Digital decidimos publicar un mural con las fotografías de los etarras que iban ser excarcelados, utilizando la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo sobre el caso Inés del Río, no pensábamos que en tan solo tres meses íbamos a contemplar la representación real de ese fotomontaje periodístico. La imagen de este sábado con los etarras excarcelados posando en grupo en un antiguo matadero es mucho más que una simple fotografía. Es un alarde ignominioso de quienes saben que están ganando y se les permite todo. Por duro que sea y repugnante resulte oírlo no hay mejor definición de lo que está pasando que la frase con la que los proetarras increparon a las víctimas la pasada semana: "los nuestros en la calle, los vuestros en el hoyo".

No hay argumento jurídico que se sostenga en contra del sentido común. No apreciar un delito de enaltecimiento del terrorismo en un acto conjunto de todos los presos excarcelados para hacer pública su fidelidad a la banda etarra es algo más que una siniestra tomadura de pelo. Por mucho que le moleste al señor Pedraz, aunque un acto no necesite autorización, cuando se le pregunta a un juez y no lo prohíbe, lo está consintiendo. No es que nos sorprenda esta decisión ni por el juez Pedraz en particular ni por el poder judicial en general. La obscena sumisión de la justicia al poder político, al que los magistrados deben nombramientos y sus jugosos complementos salariales se ha visto perfectamente reflejada en las excarcelaciones de los últimos meses.  

Es más que comprensible la desconfianza total en la justicia y en el resto de instituciones, salvo la Policía y la Guardia Civil, que demuestran las víctimas. Las humillaciones en forma de cesión a los terroristas se suceden, siguiendo el rumbo iniciado por Zapatero que parece inalterable, una vez que este Gobierno no ha querido cambiarlo. Por ello es más que fundado el temor de las víctimas y muchos españoles decentes de que lo visto con la sentencia de Estrasburgo no es más que un primer paso hacia una amnistía total, utilizando la Vía Nanclares u otras fórmulas. La ruta está clara. La pregunta es hasta dónde está dispuesto a llegar Mariano Rajoy.

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