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EDITORIAL

La FSM comparece ante Tamayo

Si hubiera que juzgar la interminable primera jornada de la Comisión de Investigación de la Asamblea de Madrid por lo que haya aportado al esclarecimiento de lo sucedido el pasado 10 de junio en la Cámara madrileña, no habría más remedio que concluir que el esfuerzo ha sido estéril. Nada dijo Tamayo ni los portavoces de los grupos parlamentarios que no hubieran revelado ya a los medios de comunicación, pues tanto uno como los otros se limitaron a reafirmarse en sus posturas iniciales, de sobra conocidas a estas alturas.

Los portavoces del PSOE e IU, Modesto Nolla y Miguel Reneses respectivamente, volvieron a especular en sus preguntas sobre las únicas “pruebas” de la “trama inmobiliaria” que hasta ahora han logrado reunir. Las mismas que aportaron a la querella que el TSJ de Madrid inadmitió a trámite por ausencia de indicios de delito: el listado de llamadas del teléfono de Tamayo –obtenido y hecho público de forma, a todas luces, ilegal– y las reservas de habitaciones de hotel que éste encargó a Francisco Bravo. El PSOE, aun a pesar de que cuenta con el apoyo y los medios del grupo Prisa, ha sido incapaz de elaborar nuevos argumentos y de encontrar nuevas pruebas que, superando el estadio meramente conjetural, abonen la tesis de la “trama inmobiliaria”. Lo que vendría a sugerir en principio –si no aparecen nuevas “revelaciones” de la “trama” con visos de verosimilitud– que la táctica del ventilador emprendida por el PSOE y sus medios de comunicación afines no sería más que la manifestación de la “presión social” que un desesperado Simancas reclamaba contra Tamayo y Sáez, así como contra el PP, supuesto beneficiario de la actitud de los diputados disidentes, para que éstos renunciaran a sus actas de diputado.

Sin embargo, Tamayo y Sáez han demostrado durante todo este episodio una resistencia y una entereza con la que, probablemente, no contaban Simancas y su mano derecha, Ruth Porta. Tamayo, que ya exhibió su oratoria y sus dotes parlamentarias en el pleno de la no-investidura de Simancas, ha preparado tan minuciosamente los argumentos de su defensa que logró confundir e incluso poner varias en ridículo a los portavoces del PSOE y de IU. Concretamente cuando éstos se obstinaron en recurrir al listado de llamadas para apoyar la tesis de la “trama inmobiliaria”. Bastó con que Tamayo demostrara que gran parte de esas llamadas eran comunicaciones fallidas que topaban con el buzón de voz de los destinatarios, que el número de llamadas efectuadas en el periodo del que se entresacaron las que tenían por destino a Verdes o a Bravo era, según dijo, cerca de trescientas, y que alegara razones personales o profesionales para explicar el resto de las llamadas, para que el portavoz socialista, Modesto Nolla, así como el de Izquierda Unida, Miguel Reneses, se quedaran sin saber qué argumentar.

En cuanto al PP, su portavoz, Antonio Beteta, se limitó a reafirmar con sus preguntas la tesis de que el motivo de la deserción de Tamayo y Sáez obedecía exclusivamente a razones políticas, fundadas en los problemas internos de la FSM. A tal efecto, “tiró de la lengua” a Tamayo para que explicara ante Comisión el “simancazo”: esto es, las informaciones acerca del negocio de 150.000 millones de pesetas en “comisiones de intermediación” en torno a la construcción de 50.000 viviendas de protección oficial que “apalabró” Simancas con Agecovi, PROGAR (Porta-Mamblona), y otras entidades dirigidas por socialistas afectos al clan Simancas-Porta. Beteta también propició que Tamayo se explayara en otro de los principales argumentos de su defensa: la motivación exclusivamente política de su actuación y de la de Sáez, a causa de los acuerdos de gobierno entre Simancas y Fausto Fernández por los que Simancas iba a “comprar” la presidencia de la Comunidad a cambio ceder la mitad del presupuesto madrileño a IU. Y también por el incumplimiento, por parte del Simancas y Porta, de los pactos para el reparto del poder en el seno de la FSM a los que los Renovadores de la Base, con Balbás a la cabeza y poniendo a José Blanco por testigo llegaron con Simancas.

En resumidas cuentas, nada nuevo que ya no supiéramos si se exceptúa la afirmación de Tamayo de haber visto en la FSM el documento por el que iba a quedar sellado el pacto entre Simancas y Fernández. Un documento que, siempre según Tamayo, PSOE e IU tendrían guardado bajo siete llaves. Porque lo verdaderamente llamativo de la comparecencia de Tamayo es su notable resistencia física y psíquica, así como su elocuencia aun después de haber soportado un día entero de interrogatorios. No sorprende que Zapatero lo eligiera como único interventor el en XXXV congreso del PSOE en que Zapatero se proclamó secretario general. Y no sorprendería tampoco que Tamayo aprovechase a fondo la torpeza con que se han conducido Simancas y Porta –quienes, además, mintieron acerca de sus respectivos patrimonios personales– en la crisis de la Asamblea para invertir las tornas y poner el punto de mira de la Comisión en la FSM. De hecho, el jueves dio la impresión varias veces de que era la FSM la compareciente y Tamayo quien formulaba las preguntas.


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