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EDITORIAL

La inanidad de Iglesias agrava la crisis de Podemos

Lo que ha quedado de manifiesto en el debate con Rivera es el sectarismo y la profunda inanidad intelectual de Iglesias.

El debate emitido el pasado domingo por La Sexta entre Pablo Iglesias y Albert Rivera se saldó con una rotunda victoria del líder de Ciudadanos, refrendada incluso por la encuesta improvisada que la formación de ultraizquierda realizó al acabar el programa en las redes sociales.

El cabecilla de Podemos naufragó en la televisión, precisamente el medio donde los argumentos de este movimiento antisistema han adquirido mayor resonancia. Al pésimo resultado de las elecciones catalanas –la coalición en la que se integró sacó tres escaños menos de los que tenía ICV en solitario– se añade el desgaste mediático de sus dirigentes, lo que hace presagiar un fracaso todavía mayor de Podemos en las elecciones del próximo 20 de diciembre.

Iglesias lo tenía todo a su favor, pues La Sexta no es un medio que se distinga precisamente por su hostilidad hacia Podemos. Muy al contrario, el canal de A3 Media es un permanente escaparate mediático a su servicio. Ninguna otra cadena de televisión ha brindado su horario estelar en la noche del sábado para que dos dirigentes de un mismo partido se halaguen mutuamente, en un remedo bochornoso de entrevista. La Sexta lo ha hecho con Iglesias y Monedero, y no es descartable que vuelva a perpetrar otro espectáculo parecido antes de las generales.

Lo que ha quedado de manifiesto en el debate con Rivera de modo definitivo es la inanidad intelectual de Iglesias, un personaje salido de los ambientes más sectarios de la universidad pública y el marxismo bolivariano al que sólo la desesperación colectiva provocada por la crisis y la actitud ancilar de unos medios convertidos en felpudos chavistas le han permitido adquirir una relevancia a todas luces inmerecida.

También ha quedado de manifiesto que la estratagema de la "transversalidad", pergeñada por el ínclito Íñigo Errejón, al que algunos medios voluntariosos convirtieron en un maestro de la astucia política, no ha podido tener más cortos vuelos. Ha bastado que los líderes de Podemos hayan hecho gala de su inocultable radicalismo y de su pavoroso desconocimiento de la economía para que todo el andamiaje se venga estrepitosamente abajo.

La volatilidad de la política española y los problemas de los grandes partidos para ahormar un proyecto que concite el apoyo mayoritario de los votantes son las únicas bazas que le quedan a Podemos para evitar el desastre electoral. Para su desgracia, Ciudadanos ha tomado su relevo entre las fuerzas emergentes, y no parece que vaya a ser un fenómeno fugaz como puede ocurrirle al partido chavista. Al contrario que Iglesias, Rivera es más respetado y gana más adeptos cuanto más explica sus ideas en los medios de comunicación.

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