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EDITORIAL

La jauría

La extrema izquierda no es una solución a nada sino una lacra a la que hay que combatir, desde los propios medios y, por supuesto, desde la arena política.

"Nos van a dar pero bien": este comentario de la presentadora del informativo de A3 Sandra Golpe, hecho fuera de antena, es probablemente el mejor resumen que puede hacerse a día de hoy de la situación del periodismo en España, una profesión en la que quienes no son activistas más o menos descarados de determinado partido con frecuencia sienten miedo.

No se trata de un miedo originado en la responsabilidad derivada de ejercer una profesión que tanto influye en el devenir de los acontecimientos y en la vida de los protagonistas de las informaciones, o en las consecuencias judiciales que pueden acarrear los errores cometidos. No: es miedo a la jauría liberticida que, desde las redes sociales y desde significados medios de comunicación, dicta lo que es relevante y lo que no lo es, qué es información y qué intoxicación y a quién se puede acosar y a quién no.

Cualquier cosa que se publique en un medio o se comente en las redes sociales se ve sometida a implacable escrutinio por parte de una legión de sujetos que, siguiendo lo que a todas luces es una estrategia, y a menudo cobardemente ocultos tras pseudónimos, fustigan a todo aquel que ose criticar a la organización de extrema izquierda Podemos.

Entre la turba liberticida descuellan periodistas emporcados en el más ominoso sectarismo. No ejercen de profesionales con un punto de vista propio, sino de perros de presa al servicio de un partido comandado por individuos que tienen por referentes a regímenes con un palmarés execrable en materia de libertad de expresión e información, como el chavista o el kirchnerista.

Lo más llamativo y preocupante es que esta banda de la porra sea capaz de generar tales niveles de inseguridad y temor sin que su brazo político haya aún conquistado el poder. Y la impunidad con que lo hace. Y el repugnante oportunismo insensato de quienes los ceban desde medios con un influjo extraordinario en la sociedad.

La extrema izquierda no es una solución a nada sino una lacra a la que hay que combatir, desde los propios medios y, por supuesto, desde la arena política. En primerísimo lugar, por parte de la izquierda socialdemócrata, a la que en cuanto tenga ocasión aquélla tratará de arrasar. En el PSOE hay voces que parecen tenerlo muy claro. Por desgracia, Pedro Sánchez no es una de ellas. Y esto es un problema tremendo ya no para los socialistas sino para toda España.

En España

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