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EDITORIAL

La manifestación de quienes luchan contra el terrorismo

La política ante el terrorismo de Zapatero ha hecho que todo aquel que sinceramente desee el fin de ETA no pueda sino manifestarse contra este Gobierno.

Para vencer al terrorismo hay que destruir su capacidad de hacer daño, aumentar el precio de recurrir a la violencia y desacreditar los objetivos de quienes empuñan las armas ofreciendo información y argumentos y reduciendo su capacidad de hacer proselitismo. Durante las legislaturas de Aznar se empezó a recorrer ese camino empleando los métodos policiales, endureciendo las leyes, desacreditando el nacionalismo vasco e ilegalizando las organizaciones y partidos que formaban parte de ese "frente amplio" que aconsejaba la doctrina leninista como modo de acabar con la sociedad burguesa.

La progresía –que no es ni de lejos toda la izquierda pero en cuyas filas milita orgullosamente Zapatero– nunca ha querido que se haga esto. Para ellos siempre ha sido el diálogo la manera de acabar con el terrorismo. Esto se debe a que consideran que, en el fondo, todo aquel que no sea de derechas no es malo del todo y si llega al extremo de tirar de pistola ha de haber necesariamente alguna "causa objetiva" que le lleve por el mal camino. Basta con mostrar buena voluntad y disposición a acabar con el "conflicto vasco". Esta forma de ver el mundo resulta muy gratificante, pues permite verse a uno mismo como alguien superior moralmente a los demás, esos que "no quieren la paz" aunque sean víctimas directas del terror. Pero la consecuencia inevitable seguir ese camino es el fortalecimiento del terrorismo.

El Foro de Ermua ha convocado una manifestación para este sábado 3 de febrero, a las cinco de la tarde, en la madrileña plaza de Colón, bajo el lema "Por la libertad. Derrotemos juntos a ETA. No a la negociación". No es sólo, que también, una marcha de apoyo a las víctimas, ninguneadas y agredidas por este Gobierno. Unas víctimas que le han hecho al Estado de Derecho el mayor regalo que podían ofrecerle, no tomarse la justicia por su mano, y que ven como el PSOE se lo paga procurando que las condenas a los asesinos de sus familiares sean lo más leves posibles. Esta manifestación representa, sobre todo, la oportunidad de gritar alto y claro que el Gobierno está llevando a cabo una política ante el terrorismo cuya consecuencia directa e inmediata es fortalecer a la banda y permitirle que recupere en las calles del País Vasco todo lo que había perdido en los últimos años.

Hace pocas semanas pudimos ver como los sindicatos organizaban una manifestación con el mismo recorrido que la del Foro de Ermua, en la que no se vio una sola bandera de España que no fuera de la Segunda República. Aquel fue un acto de apoyo incondicional a Zapatero, que a partir de entonces ha demostrado tener toda la intención de seguir por donde solía antes del 30 de diciembre. El atentado ha sido para él un "accidente" en la negociación, fruto de "malentendidos", que sólo pueden superarse con más diálogo. Así pues, no cabe protestar como hace De la Vega porque esta manifestación contra ETA sea también contra el Gobierno. La política ante el terrorismo de Zapatero ha hecho que todo aquel que sinceramente desee el fin de ETA no pueda sino manifestarse contra este Gobierno.

Los partidos nacionalistas, todos, siempre han obtenido réditos tangibles por la supervivencia de ETA y es normal que apoyen las delirantes propuestas de Zapatero, que les garantizan –como han podido ver en Cataluña– muchas más nueces del árbol que agitan los terroristas. No es el caso de los socialistas o, al menos, de aquellos socialistas que no comparten la visión de los progres sobre el terrorismo. Deberían acudir mañana a acompañar a las víctimas y al Foro de Ermua. En caso contrario, estarán colaborando con la continuación del proceso de Zapatero, que no es otra cosa que un proceso de rendición de España y del Estado de Derecho ante los etarras.

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