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EDITORIAL

La mentira al servicio de la inmersión lingüística

¿Sugiere Puigdemont algo tan absurdo como que la exclusión del español como lengua vehicular favorece que los niños lo hablen y escriban mejor?

Está visto que los nacionalistas catalanes han hecho suya esa frase de Lenin, que tantos atribuyen a Goebbels, de que una mentira muchas veces repetida se convierte en una gran verdad. Así, el presidente de la Generalidad, Carles Puigdemont, ha evacuado este miércoles esa repetida falsedad de que el modelo de inmersión lingüística propicia que los niños catalanes hablen y escriban el castellano mejor que los del resto de España.

Para empezar, las puntuaciones de competencia lectora de los informes PISA, que los separatistas utilizan arteramente como supuesta demostración de sus tesis, carece de validez alguna, habida cuenta de que dichas pruebas se traducen al catalán en Cataluña y, por tanto, no miden en ningún caso el nivel de castellano. Lo cierto es que no existe en la actualidad ninguna evaluación que acredite un nivel de castellano en los alumnos catalanes superior al de sus compatriotas. Las últimas evaluaciones de castellano comunes a todas las autonomías, Cataluña incluida, fueron realizadas por el Ministerio de Educación en los años 2000 y 2003.

Como bien señaló en su día el Convivencia Cívica Catalana, esas evaluaciones constituían una información muy valiosa porque las pruebas de castellano que se pasaron a los alumnos fueron exactamente las mismas en todas las CCAA y, por tanto, sus resultados eran comparables. Y además se evaluaron con detalle ortografía, gramática y literatura. En ellas, lo que se comprobó fue que el alumnado catalán tenía un nivel sensiblemente inferior en el dominio del castellano.

Por otra parte, y habida cuenta de que los alumnos catalanes, gracias al liberticida sistema de inmersión, tienen tan sólo 2 horas semanales en castellano –únicamente la asignatura de este idioma–, mientras que los del resto de España tienen unas diez asignaturas en esa lengua, con 25 horas semanales, ¿sugiere Puigdemont algo tan absurdo como que la exclusión del español como lengua vehicular en la enseñanza favorece que los niños lo hablen y escriban mejor? ¿O es que sugiere en términos racistas, siempre tan recurrentes en el nacionalismo, que los niños catalanes tienen una inteligencia innata superior a la de sus compatriotas?

Lo peor de esta repetida mentira es que, aun cuando fuese verdad, el hecho de que los niños catalanes hablasen y escribiesen mejor el castellano en nada les debería privar de su derecho constitucional a estudiar en español, lengua materna de más de la mitad de los ciudadanos catalanes y tan suya como del resto de los españoles.

La mentira y la coacción siempre han ido de la mano, y si Lenin defendía la mentira como "arma revolucionaria", está visto que los nacionalistas la propagan como instrumento de construcción nacional.

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