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EDITORIAL

La mentira y el crimen

Que ETA siempre condicionó el horizonte del abandono definitivo de la violencia a la consecución de todos los objetivos por los que la ha venido practicando, era algo que el gobierno ya sabía desde antes del comunicado de alto el fuego

Poco antes de que la Guardia Civil localizara en Ayamonte un coche en el que los etarras transportaban más de cien kilos de explosivo, el diario proterrorista Gara desvelaba que el gobierno de Zapatero y la banda terrorista consensuaron, tanto el contenido de la declaración etarra del alto el fuego, como el comunicado posterior de Zapatero con el que se iban a "emprender" unos contactos con los terroristas que, en realidad, habían comenzado años antes.
 
A nadie deberían sorprender las revelaciones del diario proetarra que dejan en evidencia la inmoralidad y felonía del gobierno del 14M, al que no por nada hemos acusado en tantas ocasiones de perpetrar una política colaboracionista frente al terror. De hecho, el escalofriante dato de que el gobierno y los etarras consensuaron el comunicado de alto el fuego era algo que ya apuntaba un editorial del diario El País veinticuatro horas después de producirse. En cuanto a que también se pactó con los etarras la declaración presidencial de que "el gobierno respetará las decisiones que sobre su futuro adopten libremente los ciudadanos vascos", este no dejaba de ser un conocido eufemismo que los propios etarras ya habían utilizado en innumerables ocasiones para referirse a la autodeterminación.
 
De todas formas, y por sospechosos que fueran la reducción de detenciones etarras o la escandalosa pasividad ante la incesante e ilegal actividad política de batasuna antes incluso del inicio oficial del proceso, no deja de resultar escalofriante la revelación de que se trataban de "garantías" dadas previamente por el gobierno.
 
Que ETA siempre condicionó el horizonte del abandono definitivo de la violencia a la consecución de todos los objetivos por los que la ha venido practicando, era algo que el gobierno ya sabía desde antes del comunicado de alto el fuego y que la propia organización terrorista no ha dejado de poner de manifiesto en todos y cada uno de sus comunicados. A Zapatero no le importó hacer concesiones al terror y generar falsas esperanzas, tanto a ETA como a los españoles, si el bien pagado espejismo de la paz le alcanzaba para las próximas elecciones. Lo de "accidente" para referirse a la brutal advertencia de ETA en Barajas encaja perfectamente con quien ha elegido tener a unos criminales como compañeros de viaje en un proceso que tenia que utilizar la paz como coartada. Ahora sabemos que hasta esta expresión había sido consensuada con la organización terrorista. Y "accidentes" eran tanto que hubieran muertos por el camino, como que un juez incontrolado como Marlaska ordenara someter a vigilancia policial al aparato de extorsión de ETA. "Accidente" también hubiera podido ser que algún fiscal hubiera insistido en acusar a Otegi, sin hacer caso a Cándido Pumpido y su llamada a jueces y fiscales a tener en cuenta "las nuevas circunstancias" y a no tener reparos a "ensuciar sus togas con el polvo del camino".
 
No menos demoledor es la revelación de que los representantes del gobierno de Zapatero justificaron desde el primer momento la negociación política y que consideraron que tanto el diálogo de Argel en 1987 como el de Zurich en 1999, precisamente por excluir la negociación política, "habían nacido muertos a nivel teórico y de metodología".
 
Nosotros que creemos que la interlocución con prófugos de la justicia es un error incluso si es para constatar su voluntad de abandonar las armas a cambio de la impunidad, ya advertimos pocos meses después del anuncio de tregua de que "el gobierno de ZP "más que insistir en los errores del pasado, edifica sobre ellos la más infame maniobra política que hayamos conocido hasta ahora". Y no otra cosa es urdir una tregua con el objetivo de dar cobertura electoral a un frente anti-PP con los nacionalistas, mientras se juega con las esperanzas de los españoles y se cede ante los terroristas.

En España

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