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EDITORIAL

La ministra Trujillo tiene un plan...

La ministra de las 180.000 soluciones habitacionales, la ministra que aseguraba que eso de la “burbuja inmobiliaria” era propio de irresponsables, la ministra que acusó al PP de haber expulsado a las familias españolas del mercado de la vivienda, la más singular de las ministras cuota en definitiva, ha salido hoy a la arena política con otra de sus ya célebres cortinas de humo, porque humo y nada más que eso es lo que María Antonia Trujillo ha vendido hoy en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros de los viernes.
 
De las 180.000 soluciones habitacionales, es decir, el esqueleto en que quedó convertida la promesa zapateril de las 180.000 viviendas no ha dicho nada. La ministra, en un regate digno del peor delantero del equipo más leñero de regional preferente, se ha sacado de la manga una propuesta bautizada con el pomposo nombre de “Plan de Medidas Urgentes en Materia de Vivienda” Y como en el acrónimo de la URSS (cuatro siglas, cuatro mentiras) ninguno de los objetivos que persigue dicho “plan” tienen visos de hacerse realidad.
 
No es plan porque no planifica nada sino que se limita a hacer una simple propuesta cargada de intenciones (buenas, se supone) para abaratar la vivienda y hacerla accesible a más ciudadanos. Un plan en condiciones delimitaría unos objetivos claros y tangibles y a continuación marcaría los medios para conseguirlos. Los famosos ‘Planes de Desarrollo’ del franquismo obraban de esa manera, el Plan de Ayuda contra la Drogadicción también, los planes de la ministra Trujillo, no. Apenas pasan de un recetario de ideas que, si se aplican, quizá consigan que algunos propietarios arreglen su casa para ponerla en alquiler. 
 
No son medidas lo que propone porque no están sistematizadas ni ordenadas con un objeto definido. Decir que se van a dar ayudas a los jóvenes menores de 35 años (sic) para ayudarles a pagar el alquiler no es una medida, es un subsidio. Un subsidio que puede llegar a pesar mucho en el presupuesto de un ministerio, el de Vivienda, sacado de los tiempos del franquismo. Según la ministra estos jóvenes de hasta 35 años podrán pedir al Estado 240 euros mensuales, alrededor de unas 40.000 pesetas, para hacer frente al alquiler. Las condiciones para solicitar tal subvención no están, ni mucho menos, definidas.
 
No es urgente, porque el presunto paquete de medidas no tiene fecha fijada para su aplicación y está aun pendiente de su discusión con las Comunidades Autónomas. Habida cuenta de que en España hay diecisiete regiones y dos ciudades autónomas tal acuerdo con las mismas puede llevar su tiempo.
 
No trata de la vivienda porque esa palabra quedó relegada al olvido cuando se sacó, nadie sabe bien de donde, aquello de las soluciones habitaciones. Una solución habitacional bien puede ser una de las literas donde duermen ciertos habitantes de Hong Kong o una mansión en La Moraleja madrileña, ambas son habitables, la litera y la mansión.
 
Según ha afirmado en una rueda de prensa en la que no paraba de mirar el guión, María Antonia Trujillo dice perseguir tres propósitos, a saber: fomentar el alquiler, impulsar la vivienda protegida y frenar la especulación con el suelo. Tres problemas indudablemente de nuestro mercado de la vivienda pero cuya solución pasa muy lejos del presuntuoso plan ideado por la ministra.
 
Para fomentar el alquiler no hay más que modificar la Ley de Arrendamientos Urbanos para amparar al arrendador. Si el dueño de una casa tuviese la certeza que la ley le apoya en caso de conflicto no tendría tantos reparos a la hora de ponerla en el mercado. Las ayudas en metálico que pretende dar a los arrendadores de poco sirven si luego éstos se quedan a la luna de Valencia al primer problema que tengan con sus arrendatarios.
 
Si lo que desea es frenar la especulación con el suelo no tiene más que liberalizarlo, esto es, convertir por defecto todo el territorio nacional en zona edificable. En ese momento se acabará la especulación y los precios de la vivienda tenderán a bajar. Los estudios sobre el tema son tantos que es muy difícil que la ministra no se haya dado por enterada.
 
En lo relativo al impulso de la vivienda protegida, ésta es una hechura de los precios inflados del suelo. Si la producción de cereal estuviese limitada por el Estado apenas unos pocos comerían pan blanco, y al gobernante de turno no le quedaría más remedio que proteger el pan de centeno para que los menos afortunados pudiesen echarse algo a la boca. Por suerte, la producción y los precios del cereal los marca el mercado, y como consecuencia todos comemos pan blanco. Como el cereal, en términos económicos, no es muy distinto del suelo, a idéntico problema idéntica solución.
 
Señora Trujillo, si lo que de verdad quiere es hacer que el precio de la vivienda baje, que los jóvenes de 35 años puedan alquilar un piso sin dejarse en ello el sueldo y que no haya tanto aprovechado especulando con los bienes raíces, liberalice. Verá cómo sus grandes desafíos como ministra del ramo quedan resueltos en mucho menor tiempo del que usted imagina.

En Libre Mercado

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