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EDITORIAL

La "paz" de ZP o la alianza de la mentira y el crimen

¿Acaso ETA no ha negado que quiera dejar las armas "definitivamente, con la única condición de que se dé salida a los terroristas presos”, tal y como el presidente del Gobierno del 14-M trató de engañar al pobre de Savater?

En lugar de disuadir a los terroristas con la certeza y la severidad de las penas; en lugar de hacer campaña política junto al PP contra los delirios nacionalistas por los que los etarras justifican sus crímenes y sus treguas, en lugar de hacerles perder toda esperanza de lograr algo a cambio de dejar de matar, el presidente del gobierno del 14-M, en su obsesión por sellar un frente anti PP, no hace otra cosa que tratar de contentar a los que no se van a contentar. Porque los separatistas, practiquen o no la "lucha armada", no se van a contentar. ¿Cuántas nueces va a tener que seguir entregando ZP a ETA para evitar que los terroristas vuelvan a sacudir el árbol, eso, si es que, finalmente, se avienen a una interrupción?

Aunque ZP se alíe con los separatistas vascos contra el PP para acabar con el actual Estatuto de Guernica; aunque ETA lo favorezca con la anestesia de un tregua o de un terrorismo de "baja intensidad", ¿se cree de verdad el presidente del 14-M que ETA se va a contentar para el País Vasco con una simple reforma estatutaria por muy inconstitucional que esta sea? ¿Cree que Otegi le miente cuando le dice que "va en la buena dirección", pero que "no es suficiente"? ¿Olvida ZP que Batasuna dedicó tres votos a respaldar al plan Ibarretxe y tres a rechazarlo? ¿Se cree de verdad que, con un estatuto soberanista maquillado para el País Vasco como el que él ha cerrado para Cataluña, los protagonistas del Pacto de Perpiñán van a darse por satisfechos y a dar por concluido su acuerdo en pro de la "desestabilización del Estado español"?

¿Cree Zapatero que esas intenciones confesas reflejan, en realidad, una disposición por parte de ETA a "dejar las armas definitivamente, sin letra pequeña y sin contrapartidas políticas, con la única condición de que se dé salida a los terroristas presos", tal y como el presidente del gobierno trató de engañar al pobre de Savater? ¿Pero no les oye decir que sus crímenes son el resultado de un "conflicto político" que exige "soluciones políticas"?

Ante un amoral sin fisuras, como es la persona que preside el gobierno del 14-M, que no dudó en hacerle el juego político a los autores del 11-M con la excusa de que eran galgos y no podencos, no hay que extrañarse de que sólo viva el día a día, sin más interés y preocupación que perpetuarse, como sea, en el poder; sin más horizonte que las próximas elecciones; recurriendo sistemáticamente a las mentiras, por mucho que de ellas se beneficien las esperanzas, tanto de los islamistas como las de los etarras.

La sesión de control al gobierno de este miércoles ha sido buena muestra de hasta qué punto el gobierno del 14-M tiene que recurrir a ese uso sistemático de la mentira para convencer con ella a los españoles de que el "pacto-tregua" que trata de alcanzar con ETA, empujado por los separatistas, significaría, en realidad, "la derrota" de la organización terrorista.

Si la vicepresidenta de la Vega ha asegurado que "más pronto que tarde, se verá que este Gobierno es implacable con los terroristas", el ministro Bono ha tenido la desfachatez de decir que "la guerra contra el terror la estamos ganando los españoles para que los asesinos se pongan manos en alto, que es la posición en la que más me gusta verles. Manos en alto y rindiéndose. Eso es lo que creo que está en trance de ocurrir".

Lo que ocurre, en realidad, es que el gobierno de ZP, no contento con romper el pacto antiterrorista, con permitir la subvención de los proetarras a través del PCTV, con hacer la vista gorda ante la propia Batasuna, no contento con tratar de neutralizar a las víctimas, con lograr que los fiscales sostengan la misma interpretación de la ley que hacen los abogados defensores de los etarras, tratar ahora de mentir y de decir que no es suya la disposición de sortear el Estado de Derecho para "dar salida a los terroristas presos".

Que le vuelvan a preguntar a Savater que es lo que le dijo ZP "en casa de unos amigos comunes", que le pregunten a las víctimas qué es lo que Peces-Barba les anunció hace meses para que se avinieran a ser también "víctimas de la paz", que lean –si es que alguien en el PP se atreve a mentar a El País– lo que decía este diario el pasado 22 de mayo, citando "fuentes socialistas", y de lo que estaba dispuesto a pagar el PSOE por una tregua "cuanto antes".

En definitiva, que se recuerde la bochornosa resolución parlamentaria a favor del "diálogo" con ETA, para que se sepa que la apuesta de ZP no son criminales "manos en alto" sentándose en el banquillo de la justicia, sino estrechando la mano del gobierno, sentados en la mesa de negociación.

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