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EDITORIAL

La propaganda no funciona fuera de España

La visión de España en el extranjero, tras el cambio de Gobierno del 14-M, empieza a afectar negativamente no sólo a cuestiones económicas

El lamentable y paulatino descrédito de España en la prensa internacional a raíz de la cuestionable política llevada a cabo por este Gobierno, tan inesperadamente surgido del 14-M, no hace más que aumentar. Este lunes, The Wall Street Jounal —quizá el diario económico más influyente del mundo— vuelve a dedicar su principal editorial a nuestro país, con el elocuente y preocupante título de “España balcánica”. El diario estadounidense advierte a Zapatero de que si no es firme contra el nacionalismo, “pondrá en riesgo no sólo el futuro de su país sino la democracia constitucional en toda Europa”. El rotativo, aunque señala que “en los últimos diez meses, Zapatero ha inspirado poca confianza tanto en materia internacional como en asuntos domésticos”, se centra en la crítica a la “línea suave” contra el separatismo vasco mantenida por el gobierno, asegurando que la estrategia del PSOE “ha fallado claramente”.
 
Conviene recordar, con todo, que este prestigioso diario ya dedicó un durísimo aunque lamentablemente exacto editorial al Gobierno de ZP hace escasos dos meses titulado “El presidente de gobierno accidental”. Se hizo eco entonces de una de las frases recogidas poco antes por el semanario Newsweek, en la que Zapatero afirmaba “no quiero ser un gran líder”, para pasar a afirmar con ironía el editorialista que, “tras nueve meses de gestión, ha demostrado que aquella frase fue un sonado éxito”.
 
Para colmo, este lunes otra revista de enorme prestigio internacional como es la británica The Economist, vuelve a rebajar las previsiones de crecimiento de nuestro país hasta situarlo cinco décimas por debajo de las que mantiene nuestro Gobierno y donde se mantiene a España como el país más inflacionista entre los quince más desarrollados.
 
Si los ocho años de legislatura del PP fueron valorados por la prensa internacional como los años del “milagro español”, tiempos en los que era frecuente que los datos económicos de nuestro país superaran finalmente no pocas, y ya de por si favorables, previsiones de la prensa y organismos internacionales, la visión de España en el extranjero, tras el cambio de Gobierno del 14-M, empieza a afectar negativamente no sólo a cuestiones económicas sino también en ámbitos tan decisivos y relacionados con ellas como la estabilidad institucional o la fiabilidad de nuestro país como socio en el ámbito internacional.
 
Téngase en cuenta que incluso desde Francia y Alemania, a cuyos intereses de sus respectivos gobiernos ZP ha sacrificado legítimos intereses de España en el reparto de poder de la UE, la prensa ha sido bastante cicatera a la hora de valorar el liderazgo de quien preside nuestro gobierno gracias a las elecciones celebradas tres días después del 11-M.
 
Si el diario francés Le Figaro hizo hace escasos días una aséptica valoración de lo que habían sido los primeros nueve meses de nuestro gobierno, bautizando la victoria de ZP como el “acontecimiento político más inesperado de la historia democrática española”, conviene no olvidar el respaldo editorial de la mayoría de la prensa australiana a las gravísimas acusaciones de su ministro de Exteriores, Alexander Downer, lanzadas contra Zapatero por “animar con su actitud a que los terroristas islámicos prosigan con sus chantajes”; un hecho —dicho sea nada de paso— reconocido y confirmado por no pocos terroristas, entre los que se encuentran algunos implicados en el 11-M como “El Egipcio”.
 
Si la decisión de dejar en la estacada a nuestros aliados en Irak, ya fue particularmente mal recibida en Polonia, conviene recordar las más recientes críticas de la prensa de aquel país a la “frívola costumbre” de ZP de suspender sus citas internacionales a última hora y por los asuntos más livianos.
 
Por mucho que al Gobierno socialista le abrigue aquí la incesante máquina propagandista de sus dominantes medios de comunicación, la imagen exterior de nuestro país está invirtiéndose a peor y a pasos agigantados. Por mucho que quiera maquillarlo con fotos con dirigentes extranjeros o con sonrisas, no es con ellas como Zapatero va a asegurar ni la imagen de España, ni su integridad y prosperidad.

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