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EDITORIAL

La realidad de lo "inimaginable"

Una cosa es que Alonso prefiriese que todas esas reuniones con los proetarras siguieran manteniéndose, como hasta ahora, en secreto, y otra cosa muy distinta pensar que pueda resultarle "inimaginable" lo que lamentablemente es real desde hace mucho tiempo

Ya podrá el portavoz socialista en el Congreso, José Antonio Alonso, disimular todo lo que quiera y hasta considerar "inimaginable" que un "partido democrático" mantenga reuniones con Batasuna; lo cierto es que, salvo que no considere democrático a su propio partido y a los partidos nacionalistas con los que ha mantenido alianzas de gobierno, esto es precisamente lo que están haciendo, tal y como reconocen hasta los propios protagonistas de dichas reuniones.

Así, la noticia del diario El Mundo de este lunes, que aseguraba –más bien, confirmaba– que "Eguiguren se reúne periódicamente con los líderes de la izquierda abertzale", ha recibido el espaldarazo del dirigente histórico de Batasuna, Tasio Erkicia, quien ha confirmado en Radio Popular que existen "vías de comunicación con el PSOE" y que los socialistas conocen "de primera mano" los pasos de los proetarras.

Asimismo, el secretario general de ERC, Joan Ridao, también ha reconocido en rueda de prensa que él mismo se ha reunido con una delegación batasuna, encabezada por dos miembros de la Mesa Nacional de HB, Fernando Parrena y José Luis Moreno, para, según ha explicado, "conocer las intenciones" de los proetarras.

También el candidato de Iniciativa per Cataluña Verds, Joan Herrera, ha confirmado haber mantenido una reunión con la formación ilegalizada por su pertenencia a ETA, a la que asistió junto a la portavoz parlamentaria Dolors Camats.

El problema, por tanto, no se presenta por una supuesta falta de imaginación del portavoz socialista sino, más bien, de vergüenza; empezando por la que es necesaria para no olvidar las públicas reuniones que los socialistas mantuvieron con los representantes de la ilegalizada Batasuna, y por la que se sentó en el banquillo a Patxi López.

Una cosa es que José Antonio Alonso prefiriese que todas esas reuniones con los proetarras siguieran manteniéndose, como hasta ahora, en secreto, y otra cosa muy distinta pensar que pueda resultarle "inimaginable" lo que lamentablemente es real desde hace mucho tiempo. De hecho, desde los días de infamia que protagonizó el PSOE para desbancar al PP del Gobierno, no hay nada que la falta de escrúpulos de los dirigentes socialistas no haya hecho realidad.

Así, algo tan "inimaginable" como tener como socios de gobierno a una formación separatista como ERC, que había mantenido reuniones previas con ETA en Perpiñan para, según confesaron, "diseñar estrategias conjuntas para la desestabilización del Estado español" se hizo realidad, no ya en Cataluña, sino a nivel nacional. Igualmente, cosas tan "inimaginables" como que un presidente de gobierno cuestionara la nación como "concepto discutido y discutible", o que prometiera, "por una tregua cuanto antes", que "todo tendrá cabida, tenga el alcance que tenga", también se hicieron realidad. Llegada la tregua terrorista que los socialistas habían prenegociado en secreto y adquiriendo compromisos políticos, Zapatero tampoco dudó en hacer una "inimaginable" declaración en el Congreso, en la que respaldó "el derecho de los vascos a decidir su futuro", conocido eufemismo de los separatistas para referirse a la autodeterminación y que, como se supo más tarde, el propio Gobierno había pactado con ETA. Algo tan "inimaginable" como el respaldo de un gobierno a "internacionalizar la resolución del conflicto", también se hizo realidad con una votación en Estrasburgo que hizo a los batasunos allí desplazados descorchar más de una botella. Algo tan inimaginable como que el Gobierno socialista siguiera negociando con ETA después del atentado de Barajas es algo que incluso reconoció el propio Zapatero.

A la vista de ese pasado y de este presente, que ese proceso de negociación se mantenga, y con nuevos bríos, es una repugnante realidad. Y lo único "inimaginable" debería ser que alguien pueda ponerlo en duda.

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