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EDITORIAL

La extrema izquierda declara la guerra al turismo

La CUP y sus perros de presa de Arran han declarado la guerra a uno de los motores de las economías nacional y catalana.

Los grupos de extrema izquierda comparten el objetivo de destrozar la estructura productiva, ahuyentar a los inversores y vulnerar los derechos y libertades fundamentales del individuo para empobrecer al máximo a la población. La Historia ha demostrado, una y otra vez, que el socialismo real es el mayor experto en la materia e implanta dantescos regímenes totalitarios que se cobran millones de vidas y devastan las sociedades que subyuga.

La CUP y sus perros de presa de Arran pregonan ese mismo ideario anticapitalista y liberticida, solo que ahora centran su atención en el lucrativo y rentable sector turístico, aprovechándose de la gran polvareda mediática que han levantado sus recientes ataques turismófobos en plazas estratégicas como Barcelona y Palma. La propuesta que acaban de lanzar los batasunos catalanes consiste en expropiar las principales empresas y activos turísticos, suspender por completo la emisión de nuevas licencias hoteleras y empresariales relacionadas con el turismo, disparar los impuestos sobre el sector y prohibir el alquiler vacacional.

Se trata del recetario idóneo para acabar de un plumazo con la primera industria nacional. El turismo mueve más de 120.000 millones de euros al año, su peso equivale al 11% del PIB y emplea a más de dos millones de personas. Además, ha creado 1 de cada 4 empleos en los últimos años, convirtiéndose en uno de los principales motores de la recuperación económica. El modelo cupero de expropiaciones, paralización de actividades, altos impuestos y elevada inseguridad jurídica sería el fin del sector turístico, con todo lo que ello supondría. En un país como España, con un tasa de paro próxima al 17% y cerca de cuatro millones de desempleados, el colapso que provocarían estas medidas acabaría desencadenando una crisis económica de tremenda magnitud, equiparable a la que se produjo con el estallido de la burbuja crediticia.

España se ha convertido en el mercado turístico más competitivo del mundo gracias a la magnífica labor que desde hace décadas llevan a cabo empresarios y trabajadores, en un clima de competencia y ciertas garantías jurídicas para la libre operación. Arran, por el contrario, aspira a asfixiar y confiscar esta exitosa industria, por politizarla por completo e imponerle su ruinoso enfoque ideológico, al margen de la voluntad de empresarios y consumidores. Su modelo no es más que un nuevo ejemplo de demencial planificación socialista.

Las políticas intervencionistas siempre terminan arrojando nocivos resultados, como bien ha demostrado la desastrosa politización de la electricidad con las subvenciones a las energías renovables o la nefasta gestión de las cajas de ahorros; pero el robo sistemático que pregona la cupera Arran va incluso mucho más allá, de modo que el turismo, siendo hoy una de las principales industrias del país, y muy especialmente en Cataluña, se convertiría en un páramo, con el consiguiente empobrecimiento de la población.

La extrema izquierda nunca se cansa de repetir, una y otra vez, los fatídicos errores que cometió en el pasado.

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