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EDITORIAL

La rémora sindical y el Primero de Mayo

Que los sindicatos se manifiesten por la "Igualdad y el empleo de calidad" tiene el mismo nulo sentido que los empresarios lo hicieran en pro de "una clientela de calidad"

El Secretario General de UGT, Cándido Méndez, y el Secretario General de CCOO, José María Fidalgo, han presentado en rueda de prensa el manifiesto y los actos organizados conjuntamente para hoy, con motivo de la celebración del "Día de los Trabajadores", y que se desarrollará bajo el lema "Por la Igualdad. Empleo de Calidad".

No parece que los actos de este Primero de Mayo vayan a tener un marcado carácter reivindicativo, vista la complacencia sindical con el "buen trabajo realizado" y "los frutos" que, según sus dirigentes, ha venido dando eso que llaman "diálogo social".

Aunque los acuerdos entre los "interlocutores sociales" siempre sean mejor que la violencia y la falta de realismo que a veces han acompañado a muchas de las reivindicaciones del movimiento sindical, no por ello el llamado diálogo social deja de ser un método coactivo por el que élites patronales y sindicales fijan las condiciones laborales para todos los trabajadores, con consecuencias a menudo contraproducentes para muchos de ellos.

Por mucho que los sindicatos lo maquillen como parte de esos "derechos sociales", lo cierto es que la negociación colectiva usurpa los derechos individuales de los trabajadores para fijar a quién, cómo y a cambio de qué ofrecen su trabajo. Como consecuencia de ello, muchos ciudadanos no encuentran empleo, precisamente porque sus bien retribuidos representantes sindicales no lo consideran de suficiente calidad para ellos.

Por mucho que sus atractivos eslóganes cuenten con la condescendencia de los medios de comunicación, que los sindicatos se manifiesten por la "Igualdad y el empleo de calidad" tiene el mismo nulo sentido que los empresarios lo hicieran en pro de "una clientela de calidad". La estabilidad del empleo, sin embargo, es indisociable a la de la clientela, y tratarlos como ámbitos separados no es favorecer el mercado laboral, sino someterlo a una serie de rigideces y desajustes que pueden ser, y a menudo son, totalmente contraproducentes.

Mientras no se entienda que es la productividad la que consigue mejorar la calidad de los empleos o que los trabajadores deben tener la misma libertad de la que gozan como consumidores, nos tememos que los sindicatos no dejarán de ser una rémora que sabe disfrazarse, eso sí, de "avance social", como bien demuestran cada Primero de Mayo.

En Libre Mercado

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