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EDITORIAL

La verdadera trama incendiaria

Lo que ha aparecido, a las primeras de cambio, es el caos desatado por la mezcla de incompetencia e irresponsabilidad de gobiernos nacionalistas. Las llamas incontroladas como patética metáfora de la España de Zapatero

El jefe de la oposición ha vuelto a exigir iniciativa y responsabilidad del Gobierno ante la que ya es la peor catástrofe ecológica del último medio siglo en España. La marea roja de incendios que asola Galicia se ha reavivado con nuevos focos durante este fin de semana, favorecida por un viento de negligencia que está resultando más eficaz que las condiciones atmosféricas para la propagación incontrolada del fuego. La emergencia por el vacío de autoridad es tal, que sólo el plan de respuesta inmediata trazado por Rajoy recuerda a los gallegos y al resto de España que aún no está todo perdido y queda iniciativa política y sentido común para afrontar la grave crisis.

Urge que el Gobierno de Rodríguez Zapatero deje de esconderse tras la infame cortina de insidias con la que pretende manipular la catástrofe para achacársela al PP, y se ponga a la tarea de salvar el monte y proteger la vida y las propiedades de los gallegos, hoy gravemente amenazadas. Es prioritario, por ejemplo, la protección de los núcleos urbanos y de instalaciones críticas como gasolineras, tal y como tuvo que volver a recordar este domingo Mariano Rajoy.

Se necesita, sin dejar pasar un solo minuto más, una institución que coordine toda la acción y cubra el vacío de autoridad que vuelve inútil el esfuerzo de miles de voluntarios gallegos y del resto de España, enfrentados a las llamas con cubos de agua y huérfanos de toda coordinación y liderazgo. El retiro vacacional del presidente del Gobierno, a miles de kilómetros de la tragedia forestal, es una afrenta intolerable a la dignidad de los afectados por este tsunami animado por la incompetencia política más clamorosa que se ha visto en mucho tiempo.

Pretender que los gallegos se sientan protegidos y liderados en esta crisis por la visita fotogénica de unas pocas horas al lugar de la catástrofe, como la que Zapatero giró cinco días después del inicio de los fuegos y sólo cuando se vio obligado por la iniciativa de Rajoy, no hace sino agravar la burla.

Ni siquiera el precedente trágico del incendio de Guadalajara en agosto de 2005, en el que fallecieron once personas de las brigadas de extinción por la mezcla de ineptitud y prepotencia de la Junta de Castilla-La Mancha, ha escarmentado a un Gobierno que se desentiende de los problemas reales de España para aplicarse en la ingeniería jurídica de la deconstrucción del país. La catástrofe gallega y el colapso del aeropuerto de El Prat son símbolos, tristemente certeros, del cierre por liquidación del Estado.

Lo que ha aparecido, a las primeras de cambio, es el caos desatado por la mezcla de incompetencia e irresponsabilidad de gobiernos nacionalistas. Las llamas incontroladas como patética metáfora de la España de Zapatero.

Y el intento de manipular la crisis para incriminar también esta vez al PP, como han hecho la ministra Narbona y los escritores de cámara de Zapatero, raya el colmo de la abyección en la que parece instalado este Gobierno. La teoría de una "trama de rencorosos" próximos al PP como origen de la catástrofe es más que una "inmoralidad", como la ha calificado Rajoy. Es una de las infamias más repugnantes que el partido de la oposición ha tenido que soportar del Gobierno de las detenciones ilegales de afiliados y del Pacto del Tinell para echar a la derecha del sistema. La única trama que hoy opera impunemente en España es la que, urdida por el partido de Gobierno y sus aliados, está incendiando la convivencia por los cuatro costados.

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