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EDITORIAL

Las tres opciones de Turquía

El mayoritario voto al partido de Erdogan tras la negativa de los militares a aceptar a un presidente cuya mujer vistiera el velo parece haber finiquitado el modelo laicista de Ataturk.

Las recientes elecciones legislativas han dado un espaldarazo al partido de Erdogan, aumentando del 30 al 47% su respaldo popular, pese a que vayan a tener ahora un menor número de escaños, debido a que uno de los dos partidos opositores no logró entrar en el Parlamento en 2002, pero ahora ha podido hacerlo. Parece que esto marque el destino de Turquía y lo encamine hacia un Estado teocrático, abandonando el secularismo instaurado por su fundador Kemal Ataturk en 1917.

Sin embargo, aunque indudablemente todo el AKP tenga en mente un país distinto al diseñado por Ataturk, eso no quiere decir que este partido sea islamista, en el sentido que damos a esa palabra al hablar de los talibanes, los ayatolás iraníes o el régimen saudí.

La primera opción que tiene Turquía para su futuro es la de un Estado laico al estilo francés, que va mucho más allá de la mera separación entre Iglesia y Estado que la de un país aconfesional como España. Es más o menos el camino que ha seguido desde que Ataturk diseñara la occidentalización del país, con la tutela del Ejército, que en medio siglo han intervenido cuatro veces en la vida política. Es este modelo el que ha prohibido, por ejemplo, que la niñas lleven el velo en las escuelas. El mayoritario voto al partido de Erdogan tras la negativa de los militares a aceptar a un presidente cuya mujer vistiera esa prenda parece haberlo finiquitado.

La segunda opción es la que el partido Justicia y Desarrollo asegura perseguir, en la que el Estado adopte una actitud beligerante contra las minorías religiosas y conceda al islam cierta preeminencia como religión de la mayoría de la población. Así, los velos dejan de ser algo prohibido y se pueden ver en las escuelas, en la televisión o en el Parlamento. Comienzan también las restricciones a la venta de alcohol y los colegios musulmanes van cobrando preponderancia frente a los laicos.

La tercera opción es la que teme Occidente; que Turquía siguiera el camino de obligar por ley a obedecer el islam. Que las niñas, por seguir el mismo ejemplo, deban llevar velo obligatoriamente no sólo en la escuela, sino fuera de ella. Que las demás prácticas religiosas sean abiertamente prohibidas, así como el ateísmo y la apostasía. Que la sharia se adopte en las leyes. No parece ser ese el deseo de la mayoría de la población, pero no sería precisamente la primera vez en la historia que un Gobierno emplee los votos moderados para llevar adelante un programa radical.

En cualquier caso, lo único que parece claro es que las posibilidades de los turcos de entrar en la Unión Europea se han esfumado de forma prácticamente definitiva. No es ya que Sarkozy haya hecho de su exclusión una de sus principales promesas. El problema es que un país musulmán, pero completamente laicista, podía ocultar la enorme brecha que le separa culturalmente de Europa que, le guste o no decirlo en sus proyectos fallidos de dotarse de una Constitución, tiene raíces cristianas y no musulmanas. Pero sea cual sea la vía por la que opte a partir de ahora, Turquía va a ser una nación mucho más explícitamente religiosa, y no parece que eso vaya a cambiar en mucho más tiempo del que durará Sarkozy en el cargo.

No obstante, si finalmente el AKP realmente es lo que dice ser y sigue una vía moderada, que prohíba los mayores "excesos" contra la moral musulmana, habrá dejado de ser un país completamente occidental, pero podrá seguir siendo considerado un modelo para las demás naciones islámicas. Y quizá uno más realista que el creado por Ataturk.

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