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EDITORIAL

Lecciones de antieconomía de Zapatero

El presidente del Gobierno no sólo ignora las propuestas provechosas del Círculo de Economía, sino que además promete un futuro de mayor estatismo y planificación. Pura antieconomía.

Tras la conferencia pronunciada ayer por el presidente del Gobierno ante del Círculo de Economía, que en su deriva extremista los medios afines al gobierno llaman ahora "grupo de presión", vaticina un futuro en el que expresiones como "no han tocado la economía" referidas al Gobierno socialista dejarán en breve de tener validez.
 
En contraste con el discurso de Rajoy, que ratifica sus últimos pronunciamientos en materia económica proponiendo medidas concretas de reducción fiscal y contención del gasto público, una política no pocas veces desmentida por la acción de gobierno de algunos grandes ayuntamientos y comunidades autónomas regidos por el Partido Popular, el mensaje de Rodríguez Zapatero resulta cualquier cosa menos tranquilizador.
 
Por si no bastara el espectacular crecimiento del gasto público, que si nada lo remedia será coronado con un 6,7% más en 2008, justo cuando las previsiones macroeconómicas aconsejan una restricción para evitar que el Estado recurra al endeudamiento o a la subida de impuestos, los planes de Zapatero significan un avance del intervencionismo y la politización frente al libre mercado.
 
En primer lugar, y pese a reconocer que últimamente se han producido "circunstancias que a nadie nos agrada" sin especificar qué es lo que a él no le ha gustado, el presidente del Gobierno aboga por un marco regulatorio con mayor "autonomía" para las agencias y una independencia basada en el Parlamento. Como los casos del Consejo General del Poder Judicial, elegido durante años exclusivamente por el Congreso de los Diputados, y el Fiscal General del Estado demuestran, autonomía no significa necesariamente independencia ni ausencia de politización. Podría incluso suceder lo contrario, si el Gobierno, en línea con la reforma de la Comisión Nacional de la Energía, optase por dotar a estas instituciones de poderes jurisdiccionales o legislativos, lo que ocasionaría inseguridad jurídica, arbitrariedad y abuso de poder.
 
Además de esto, Zapatero no prevé ningún tipo de reducción fiscal a corto plazo. Como es habitual en él, simplemente expresa una vaga "vocación de reducir las cargas fiscales a las generaciones futuras" y "permitir que los jóvenes paguen menos impuestos en un futuro a medio y largo plazo". Expresado en lenguaje coloquial, de bajadas de impuestos nada. Qué lejos estamos de aquel "bajar impuestos es de izquierdas". Aquí también se verifica que la evolución del presidente es siempre hacia la izquierda.
 
Por último, las prioridades de inversión tampoco auguran nada bueno para el progreso económico de España. Que la energía y el cambio climático encabecen la agenda del Gobierno sólo puede significar mayores costes de producción, encarecimiento y precariedad en aras de teorías de dudosa validez científica. No parece que decretos como el del día 25 de junio, una manipulación inadmisible de las reglas del mercado al garantizar rentabilidades artificiales a los productores de energías renovables, sean anecdóticos, sino que podríamos asistir a un ahondamiento de las técnicas gubernamentales de distorsión de éste y otros mercados.
 
En definitiva, si el discurso de Rajoy resultó insuficiente, el de Rodríguez Zapatero es altamente preocupante. En el caso del líder del PP, las peticiones de liberalización y desaparición de algunas subvenciones expresadas por los empresarios parecen haber caído en saco roto. Por su parte, el presidente del Gobierno no sólo ignora las propuestas provechosas del Círculo de Economía, sino que además promete un futuro de mayor estatismo y planificación. Pura antieconomía, algo por otra parte coherente con la antipolítica seguida por el Ejecutivo socialista en otros campos. Todo es susceptible de ser empeorado.

En Libre Mercado

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