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EDITORIAL

Los complejos del PP estimulan a los nacionalistas

Cospedal muestra hasta qué punto los complejos ante los nacionalistas están neutralizando tanto la acción como el discurso político del Gobierno.

Imagínense los lectores a un gobernante que afirmase: "En su día fue un error elevar tanto la presión fiscal, pero ahora es muy difícil y complicado dar marcha atrás, porque algunos dirán inmediatamente que se quiere bajar los impuestos". Pues bien: la estupidez de esta frase inventada no es mayor que la que literalmente ha pronunciado la secretaria general del PP, y presidenta de Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal, en un desayuno informativo en Toledo: "En su día fue un error transferir la educación a las comunidades autónomas, pero ahora es muy difícil y complicado dar marcha atrás, porque algunos dirán inmediatamente que se quiere recentralizar el Estado".

Se supone que quien considera un error la descentralización del Estado en materia educativa no debería temer sino llevar a gala la corrección de este error mediante la referida recentralización. Sin embargo, Cospedal nos muestra hasta qué punto los complejos y la condescendencia hacia las minorías nacionalistas están neutralizando tanto la acción como el discurso político del Gobierno. Estos complejos y esta renuencia al enfrentamiento con los nacionalistas por parte de los Gobiernos nacionales es, de hecho, el fenómeno más decisivo y explicativo de la crisis nacional que padece nuestro país. Constituyen la gran fortaleza de los nacionalistas.

El controvertido simposio "España contra Cataluña", que estaba en el trasfondo de las declaraciones de Cospedal, no es más que un fiel reflejo de lo que se está inoculando en Cataluña desde hace décadas en las escuelas con la condescendencia de los Gobiernos nacionales. Otro tanto se podría decir de la coactiva inmersión lingüística, que impide a los niños catalanes estudiar en castellano, lengua materna de más de la mitad de ellos. De hecho, todo el proceso soberanista en que está inmerso el Gobierno regional catalán, con sus ilegales consultas secesionistas y su costosísima creación de "estructuras de Estado", sería absolutamente implanteable, tanto política como financieramente, si los nacionalistas no dieran por descontado que no les faltará impunidad ni financiación extraordinaria por parte del mismo Estado al que plantean su ilegal desafío.

Volviendo, sin embargo, a la decisiva cuestión de la educación, los complejos del PP han llegado al extremo de plantear en la Comunidad Valenciana la creación de la asignatura Cultura del Poble Valencià. Nada que objetar, todo lo contrario, a que los niños sepan lo que es el Misteri d'Elx o el Tribunal de las Aguas, o quiénes fueron Isabel de Villena y Miguel Hernández. Lo que reprochamos a este modelo autonómico es que prive de este conocimiento al resto de españoles que no estudian en la Comunidad Valenciana, o que prive a los valencianos del conocimiento de otras manifestaciones culturales y de insignes compatriotas no valencianos.

La creación de esta asignatura de Cultura del Poble Valencià, al margen del riesgo cierto de que se convierta en plataforma para los impulsores del pancatalanismo, constituye, tal y como han afirmado desde UPyD, "un disparate del PP que prima la tribu frente al individuo, un ejemplo de por qué hay que devolver la competencia educativa al Estado". Vamos, lo mismo que diría Cospedal si se atreviera.

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