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EDITORIAL

Los pelotas de Maduro

La complacencia de la izquierda con los tiranos de su cuerda es una lacra bien antigua y sin solución aparente a corto plazo.

La complacencia de la izquierda con los tiranos de su cuerda es una lacra bien antigua y sin solución aparente a corto plazo. Buena prueba de ello es la manera en que los medios de comunicación de ideología izquierdista tratan a los dictadores marxistas, tanto en el terreno personal como a la hora de enjuiciar las consecuencias de su tiranía sobre las sociedades que han de padecerlos.

Este domingo tuvimos nuevamente un ejemplo perverso de ese trato complaciente de una parte de la prensa hacia los líderes comunistas con la entrevista que Jordi Évole practicó a Nicolás Maduro, el dictador que ha terminado de hundir a Venezuela en la miseria, la corrupción, el crimen y el descrédito internacional.

Évole, en consonancia con la línea editorial de su cadena, propiedad del comunista millonario Jaume Roures, se comportó en todo momento como si en lugar de un tirano responsable de haber llevado a la ruina a los venezolanos e implantado un reinado de terror en el país caribeño estuviera tratando con cualquier gobernante democrático sencillas cuestiones de matiz.

Es más, en el colmo de la indecencia profesional y deontológica, el periodista de La Sexta estuvo comentando su bochornosa entrevista en las redes sociales comparando los crímenes de Maduro contra su pueblo con las consecuencias penales que han recaído sobre los dirigentes separatistas catalanes acusados de rebelión y sedición.

Para esta izquierda impresentable, los pobres que sufren la tiranía de sus ídolos no merecen tener un futuro próspero ni gozar de libertad. Los izquierdistas europeos que actúan con esta vergonzosa sumisión hacia los peores asesinos lo hacen porque necesitan mantener la ficción de que el socialismo que defienden es una ideología de raigambre social y no una pavorosa maquinaria de devastación.

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