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EDITORIAL

Los revolucionarios por cuenta ajena y el basurero de la Historia

Menudo espectáculo execrable han dado este domingo los líderes de nuevo cuño de la vieja izquierda a cuenta del 49º aniversario de la ejecución del Che.

Menudo espectáculo execrable han dado este domingo los líderes de nuevo cuño de la vieja izquierda a cuenta del 49º aniversario de la ejecución del Che.
Ernesto 'Che' Guevara | Archivo

Menudo espectáculo execrable han dado este domingo en las redes sociales los líderes de nuevo cuño de la vieja izquierda de siempre a cuenta del 49º aniversario de la ejecución de Ernesto Che Guevara.

El cabecilla de Podemos, Pablo Iglesias, ha evacuado un tuit de auténtico analfabeto funcional, indigno de un profesor universitario al que la Complutense ha tenido incluso la desvergüenza de distinguir: "'Dispara cobarde, solo vas a matar a un hombre' A 49 años de ser asesinado, los que llaman criminal al Che, ni siquiera llegan a cobardes". En el suyo, el también revolucionario por cuenta ajena Alberto Garzón ha optado por aventar el célebre "¡Hasta la victoria siempre!" que suelen llevar sus semejantes en camisetas y banderolas que rinden homenaje al sanguinario criminal rosarino. Por lo que hace al igualmente descalificable Rufián, ha optado por la cursilería sentida y como bravucona: "'Seamos la pesadilla de los que pretenden arrebatarnos los sueños'. Ernesto Che Guevara. Eterno".

Aquí están los adalides de la nueva izquierda, llorando sobre sus estampitas a los siniestros asesinos de la vieja izquierda de siempre. Asesinos como el Che, homófobos, machistas, racistas, que de buena gana exterminarían a buena parte de quienes dicen defender Garzón, Rufián, el propio Iglesias y demás ralea charlatana. Por supuesto, no se les cae la cara de vergüenza, cabalgan estas contradicciones tremendas de la mejor de las maneras. Que se lo digan si no al esbirro de los ayatolás que detentan el poder en Irán, tan homófobos, machistas y racistas como el pseudomédico argentino metido a guerrillero que no murió de pie sino que por supuesto se rindió y por supuesto acabó pidiendo clemencia.

Esta izquierda ominosa, liberticida hasta la repugnancia, ha existido siempre; pero en los últimos lustros –sobre todo a raíz de la destrucción del Muro de Berlín– estaba justamente marginada. Ahora no, ahora pisa fuerte y proclama sus ideas criminógenas a plena luz del día y con bastante éxito de convocatoria. La sociedad, por ello, debería estar avergonzada. Por su propio bien y en memoria de los millones de personas que han perdido la vida por culpa de la barbarie comunista, debería ponerse manos a la obra y devolverla al basurero de la Historia.

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