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EDITORIAL

Maragall desvariando

El hostigamiento a la banda asesina ha sido continuo en los últimos diez años, hasta el punto de dejar su operatividad mermada y su capacidad de reacción reducida al mínimo

Desprecio, indignación y tristeza. Tomamos como propias las palabras del ex ministro de interior, Jaime Mayor Oreja, al enterarse de las lamentables declaraciones que Pascual Maragall hizo ayer acerca de la detención de la cúpula de ETA en Francia. Según el presidente de la Generalidad el éxito policial de la semana pasada no se debe a más de una década de trabajo intenso y compromiso de todas las fuerzas políticas, sino al repentino cambio de alianzas internacionales del Gobierno Zapatero.
 
Frente a la ignorancia de un presidente autonómico erigido en penúltimo portavoz del nacionalismo más reaccionario y aldeano de nuestra historia, no cabe más respuesta que el oceánico desdén que ayer le devolvió Mayor Oreja. Sin embargo, y para que la palabrería hueca del president quede en evidencia, ahí van unos cuantos datos que deberían tener en cuenta sus asesores antes de escribirle los discursos y de empujarle a decir barbaridades.
 
La lucha contra ETA, sostenida sobre el binomio Madrid-París desde hace varios años, ha descabezado a la banda en varias ocasiones desde la detención de José Antonio Urruticoechea, "Josu Ternera", en 1989. Iñaki de Gracia Arregui, "Iñaki de Rentería", fue arrestado en septiembre de 2000, y al poco le sucedió la desarticulación de todo el aparato logístico de la banda y de su infame jefe Asier Oyarzabal Chapartegui, "Baltza". En febrero de 2001, en la localidad de Anglet, fue detenido García Gaztelu, jefe del aparato militar y, año y medio después, en una operación semejante a la que la policía francesa desarrolló hace unos días en el Bearn, cayó Juan Antonio Olarra Guridi junto a su compañera sentimental Ainoa Múgica.
 
El hostigamiento a la banda asesina ha sido continuo en los últimos diez años, hasta el punto de dejar su operatividad mermada y su capacidad de reacción reducida al mínimo. Sin rebuscar más en la hemeroteca, tal día como hoy hace un año, una operación conjunta hispano-francesa detuvo a 34 sospechosos en España y Francia. Maragall, por lo tanto, al decir "un golpe tan tremendo a ETA no se hubiera podido dar antes" da muestras de su inopia y de su necedad. O de ambas cosas de las que, ciertamente, el presidente regional anda sobrado.
 
Parece claro que la política de alianzas internacionales inspirada desde Moncloa no ha tenido nada que ver en la cooperación antiterrorista franco española. Sin embargo, la apreciación de Maragall da para mucho. Si, tal y como ha establecido, hay una relación entre la amistad con franceses, alemanes y marroquíes, nuestros "amigos naturales", y el fin del terrorismo, no nos queda más que cuestionarnos hasta qué punto están acertadas ciertas teorías que envuelven a París y Rabat en los sucesos del 11 de marzo. O, apurando el argumento, empezar a tomar en cuenta las informaciones que indican con insistencia que el antiguo capo etarra y hoy prófugo de la justicia, Josu Ternera, se encuentra en una ciudad alemana a salvo de la orden de detención que pende sobre él desde hace casi dos años.
 
Jugar a los chinos con la que quizá sea la mayor tragedia que aflige a la Nación desde hace treinta años le ha valido la rectificación de un prominente miembro del gabinete ministerial. El vicepresidente Solbes, suponemos que ruborizado por el desvarío de su compañero catalán, ha tenido que salir al paso y deshacer laboutademaragalesca. Vano esfuerzo el suyo, porque poco después ha vuelto a las andadas asegurando que, en el desfile del 12 de octubre, le gustaría ver la bandera republicana ondeando en el paseo de la Castellana. Sandez irremediable o maldad perfectamente calculada. Probablemente la segunda. Maragall ha roto la mala costumbre que tenía Jordi Pujol de no acudir a la celebración en Madrid de la Fiesta Nacional, y no podía hacerlo como cualquier otro presidente autonómico. Ha echado mano de la demagogia de la Segunda República, tan socorrida y que todavía hoy cautiva adeptos entre lo más bobo de la izquierda indocumentada.

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