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EDITORIAL

Mas asume la retórica de ETA

El presidente del Gobierno autonómico catalán está dando más pruebas de ser un frío calculador que de estar improvisando.

"Internacionalizar el conflicto" es una expresión que hemos oído centenares de veces y en las peores voces: las de los terroristas de ETA o sus altavoces en las instituciones y los medios. Este lunes la ha pronunciado Artur Mas, en lo que está claro es un paso más en una estrategia calculada para ir aumentando la tensión prácticamente cada día y, sobre todo, para disipar todas las dudas que pudieran albergarse sobre la seriedad con la que el presidente de la Generalidad afronta su reto independentista.

No parece que estemos ante una elección de términos casual: para empezar, Mas está dando más pruebas de ser un frío calculador que de estar improvisando. Por otro lado, si bien ha partido de un modelo de reivindicación diferente y de un uso menos sangriento de la violencia y el crimen –aunque no hay que olvidar que también en nombre de la nación catalana se ha atentado, herido y asesinado–, la estrategia del nacionalismo catalán está convergiendo con la de ETA y su entorno; de ahí que, en un momento que se plantea como definitivo, aquél adopte las líneas maestras y hasta los tics de sus referentes vascos.

Tal y como ha comentado Mayor Oreja en los micrófonos de esRadio, los acuerdos –primero del PNV, luego de la ERC de Carod y finalmente del PSOE de Zapatero– con la banda terrorista han permitido a los asesinos colocarse "al frente del movimiento nacionalista vasco y catalán".

Como bien recuerda el eurodiputado popular, ETA "no es sólo un grupo terrorista, es un proyecto de ruptura". Un proyecto que, a través del miedo y los asesinatos, se ha colocado en la primera línea de la política con una eficacia escalofriante. Y ahora se asoma al poder.

No es de extrañar, por tanto, que desde el otro nacionalismo que padecemos, siempre unido al vasco en el odio a todo lo que remotamente suene a España, y en ese proyecto de romper la nación española, se esté utilizando "la misma estrategia", de nuevo en palabras de Mayor. Una estrategia que incluye, cómo no, pasear el supuesto "conflicto" por las instituciones internacionales.

Cada día está más claro que, esta vez sí, la reivindicación soberanista de CiU no es una mera estrategia electoral –aunque sí pueda ser rentable electoralmente–, ni una vuelta de tuerca en alguna negociación económica: es un pensado y meditado proyecto de ruptura.

Así las cosas, bien estaría que todos, y especialmente las más altas instancias del Estado, fuésemos conscientes de la gravedad del envite; en primer lugar, porque afirmar a estas alturas que no pasa nada resulta muy poco creíble y más bien contraproducente; y en segundo lugar porque si los que tendrían que estar a la vanguardia de la defensa de los valores de la Nación y la Constitución siguen mirando hacia otro lado, el "conflicto", "internacionalizado" o no, nos llevará irremediablemente al desastre.

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