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EDITORIAL

Melenchon es un peligro

La amenaza de una futura salida del euro y de la Unión Europea es hoy mucho más acuciante.

Las elecciones presidenciales francesas se celebran este domingo en un clima de máxima expectación, no en vano concurren a ellas dos fuerzas populistas con capacidad para obtener un resultado sin precedentes en toda la historia de la V República. A la presencia ya conocida de Marine le Pen y su Frente Nacional, la oferta electoral incluye ahora a otro radical extremista aunque de signo contrario, Jean Luc Mélenenchon, candidato a la presidencia por el movimiento ultraizquierdista Francia Insumisa.

Mélenchon, veterano militante del ala más dura del socialismo galo, es un profundo antieuropeista que exige renegociar los tratados de la Unión. La amenaza de una futura salida del euro y de la Unión Europea es hoy mucho más acuciante, sobre todo teniendo en cuenta el recelo que los ciudadanos franceses han venido mostrando durante el proceso de consolidación europea. Si en 2005 rechazaron la Constitución Europea -en aquella campaña inenarrable en la que Zapatero acudió con su famoso "La France vote oui"-, es fácil suponer lo que puede ocurrir ahora si su presidente les propone abandonar definitivamente la Unión.

Mélenchon muestra, además, una clara vocación totalitaria con gestos como el apoyo sin fisuras que profesa al chavismo y a Nicolás Maduro, responsables de la tragedia humanitaria del pueblo venezolano, a cuyos ciudadanos asesinan ahora en las calles para mantener en pie las tambaleantes estructuras de este narcoestado caribeño. Como sus correligionarios españoles, alabarderos que en su día estuvieron a sueldo del chavismo, Mélenchon muestra no solo una total ausencia de empatía con el pueblo que sufre el yugo del comunismo y muere bajo sus botas, sino también una alarmante sintonía política con este régimen totalitario, cuyos modos de gobernar pretende implantar si finalmente resulta elegido.

La ultraizquierda francesa, con el apoyo de Pablo Iglesias y su movimiento gemelo a este lado de los Pirineos, es un riesgo para Francia, pero también para toda Europa dado el peso inequívoco que el país galo tiene a nivel continental. Los franceses toman hoy una decisión que puede marcar, de manera irreparable, el futuro inmediato de su país y del resto del continente europeo.


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