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EDITORIAL

Monedero y la neocasta de Podemos

Podemos, cuyo único emblema ha sido acabar con la "casta" política, no es más que una "neocasta".

La mentira tiene las patas muy cortas, pero la hipocresía aún más. Tras semanas negando lo que era evidente, el número tres de Podemos, Juan Carlos Monedero, se ha visto obligado a admitir que, efectivamente, cometió un fraude fiscal al tributar a través del Impuesto de Sociedades unos ingresos que correspondían a IRPF, ahorrándose con ello una considerable suma de dinero.

El socio de Pablo Iglesias, vulnerando de forma flagrante su contrato como profesor en la Universidad Complutense, creó una empresa instrumental a finales de 2013, poco antes del nacimiento de Podemos, para facturar más de 425.000 por unos supuestos trabajos de asesoría realizados a los gobiernos de Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua. La cuestión es que, según explicó el propio Monedero, dichos servicios fueron prestados en 2010, tres años antes de constituir la sociedad, de modo que tendría que haber tributado ese dinero a través del IRPF (tipo máximo del 52%) y no mediante el Impuesto de Sociedades (25%). La operación levantó desde el principio claras sospechas de fraude entre los fiscalistas, pero, en lugar de admitir su error o, al menos, ofrecer las explicaciones pertinentes, Monedero y su partido, simplemente, negaron la mayor, escudándose en que todo formaba parte de un complot urdido contra Podemos.

El grado de desfachatez y desvergüenza que han exhibido Monedero y sus socios sobre este asunto es difícilmente superable por varios motivos. En primer lugar, porque buena parte del discurso económico de Podemos se ha centrado en denunciar el fraude fiscal que existe en España y los, en teoría, bajos impuestos que pagan las rentas altas y las grandes fortunas, apostando así por un nueva, generalizada y confiscatoria subida tributaria al conjunto de españoles. Sin embargo, a la hora de la verdad, cuando es a ellos a quienes se les toca el bolsillo, sus populistas soflamas quedan reducidas a la nada. Monedero podía haber tributado esos 425.000 euros a través del IRPF, pero prefirió crear una sociedad pantalla para reducir su factura fiscal a la mitad. Y lo hizo sin miramientos, a pesar de que se trataba de una irregularidad muy clara. Además, no deja de resultar paradójico que los mismos que culpan a los ricos y capitalistas de todos los males que sufre la sociedad española sean, precisamente, los que se sitúan en la cúspide de la pirámide de rentas: Pablo Iglesias pertenece al 1% con mayor renta de España, ya que ingresó casi 70.000 euros en 2013, mientras que Monedero ocupa, incluso, un nivel muy superior, al facturar más de 425.000 euros en apenas dos meses.

Sin embargo, lo más grave no radica en esta vergonzosa doble moral, sino en la deleznable chulería y prepotencia que han exhibido ambos a la hora de negar, por activa y por pasiva, la existencia de irregularidad fiscal alguna, llegando incluso a desafiar al Ministerio de Hacienda y a amenazar a los periodistas que osaran poner en duda su versión de los hechos. Esta actitud grosera y acusatoria es muy típica de los líderes populistas y dictatoriales que tanto admira la cúpula de Podemos. No es de extrañar, por tanto, que respondan de igual modo. De hecho, después de que Monedero se viera obligado a presentar una complementaria para regularizar su situación fiscal, Podemos lanzó un bochornoso comunicado para arropar a su número tres con absurdas e incomprensibles excusas, en lugar de condenar los hechos y asumir las correspondientes responsabilidades políticas.

Doble moral, mentiras, negación de lo evidente y no asunción de responsabilidades. En definitiva, nada nuevo bajo el sol. Los hechos evidencian que Podemos, cuyo único emblema ha sido acabar con la "casta" política, no es más que una "neocasta", una versión renovada de ese comportamiento corrupto e hipócrita que dicen combatir, solo que mucho peor, ya que profesan una ideología totalitaria y liberticida.

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