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EDITORIAL

Morosidad y falta de crédito político

Pocas horas tardó la prensa internacional en dejar en evidencia tamaño embuste de Zapatero.Y es que lo peor de la crisis económica que padecemos, incluida la espeluznante tasa de morosidad, es la falta de crédito político que ofrece nuestro Gobierno.

La tasa de morosidad de los créditos concedidos por bancos, cajas de ahorro y cooperativas de créditos concedidos a particulares y empresas aumentó en junio hasta el 1,61 por ciento, el porcentaje más alto desde inicios de 1999. El volumen total de préstamos concedidos hasta junio alcanzó los 1,838 billones de euros, de los que 31.220 millones eran de carácter dudoso, lo que representa el 1,69 por ciento del total. A pesar de que no incluya la morosidad de los establecimientos financieros de crédito, como las empresas que conceden "créditos rápidos", el dato multiplica el 0,69% de junio de 2007 tras encadenar 12 meses de subidas consecutivas, y supone un importante incremento respecto al 1,46% de mayo.

El incremento de la morosidad coincide con las suspensiones de pagos del sector del 'ladrillo' y con el continuo crecimiento del Euribor, tipo al que se conceden la mayoría de las hipotecas en España, que cerró julio en el 5,393%, el quinto mes consecutivo de repuntes, lo que supuso un encarecimiento de las hipotecas de unos 800 euros al año.

Ante este panorama, unido al crecimiento imparable del desempleo, a nadie debe extrañar la denuncia realizada por Caritas relativa a la avalancha de peticiones de ayuda por parte de hogares que no pueden pagar sus hipotecas. Esta advertencia sobre el incremento de las familias en riesgo de exclusión social contrasta con el insultante sarcasmo que la secretaria de Política Económica y Empleo del PSOE, Inmaculada Rodríguez-Piñero, demuestra al afirmar que el repunte de la tasa de morosidad crediticia "no es preocupante", pues, según ella, se mantienen dentro de unos "márgenes razonables" y "previsibles".

Lo que no es nada "razonable", por mucho que sea lamentablemente "previsible", es la tozuda negativa del Gobierno de Zapatero a admitir la gravedad de la crisis; más aun en unos momentos en los que el temor a que se produzca otra quiebra bancaria se ha instaurado en el seno del mercado financiero internacional, tal y como denuncia una reciente encuesta de la consultora internacional Greenwich Associates, según la cual el 60 por ciento de los inversores institucionales auguran la caída de una nueva entidad crediticia importante durante los próximos seis meses.

El Gobierno de Zapatero no puede seguir negando la gravedad del problema ni confiar su solución a una hipotética y próxima rebaja de los tipos de interés por parte del Banco Central Europeo, tal y como se hacía este lunes desde el PSOE. España, cuyo sistema financiero es de los más dependientes del crédito internacional, padece a su vez la mayor inflación de Europa. Al margen de que el Gobierno no tiene competencias para la reducción de los tipos, debemos tener en cuenta que la actual crisis financiera tiene buena parte de su origen en una política artificial de dinero barato, cuyos excesos la economía todavía no ha purgado.

Lo que sí podría llevar a cabo el Gobierno es una ambiciosa reforma laboral y una clara y generalizada rebaja de impuestos, pero a la vista está que Zapatero prefiere instalarse en la pasividad o en clamorosas mentiras tales como esa de que "España está resistiendo la crisis mejor que el resto" de la UE. Pocas horas tardó la prensa internacional, desde el Wall Street Journal al New York Times, pasando por The Economist, en dejar en evidencia tamaño embuste del presidente del gobierno español.

Y es que lo peor de la crisis económica que padecemos, incluida la espeluznante tasa de morosidad, es la falta de crédito político que ofrece nuestro Gobierno.

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