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EDITORIAL

Navarra, la clave para España

En cualquier caso, si UPN se mantiene firme, los socialistas tendrán que tomar una decisión y ninguna plenamente satisfactoria.

Este jueves, cuando parecía que el PSOE navarro y la coalición anexionista de Patxi Zabaleta iban a cerrar el acuerdo de gobierno, saltó la noticia de que no se había alcanzado el pacto y que se abría una tercera ronda de negociaciones, Sanfermines de por medio, en la que los dos partidos tendrán una nueva oportunidad de alcanzar un pacto de Gobierno.

Lo que haya ocurrido entre las paredes de la sala de reunión entre socialistas y vasquistas no lo llegaremos a saber del todo, pero, por lo que ha revelado Fernando Puras, el problema ha sido que los socialistas propusieron a Na-Bai un Gobierno en el que ambos grupos tendrían sólo dos consejerías cada uno, más uno de IU; el resto de carteras las ocuparían consejeros "independientes". Puras sabía que esta propuesta es un auténtico dislate, ya que Na-Bai jamás podría aceptar un Gobierno del que no obtuviera ni la presidencia ni las consejerías que, por su número o relevancia, podrían corresponderse con la presencia del partido en el Parlamento. Sin embargo sí tendría sentido en caso de que realmente los socialistas no tengan claro si quieren finalmente pactar. Tienen muy presente que una parte de su electorado no aceptaría un acuerdo de este cariz, lo que se vería reflejado en las próximas elecciones generales.

Acaso por ese motivo José Blanco haya llamado a UPN, con una hipocresía y un cinismo indecibles, a que apoye a Fernando Puras como futuro presidente de Navarra, en aras de un redescubierto "constitucionalismo". Blanco pretende que UPN vote como presidente al tercer candidato en votos para que le limpie la cara al PSOE hasta las elecciones generales y quedar tras ellas con las manos libres para alcanzar un pacto tripartito con Na-Bai e IU. UPN no debe prestarse a ese juego. Son los socialistas quienes debieran apoyar al candidato más votado en las urnas, Miguel Sanz. No lo harán, porque ellos sí que no están dispuestos a que la opción más constitucionalista gobierne con su apoyo.

En cualquier caso, si UPN se mantiene firme, los socialistas tendrán que tomar una decisión y ninguna plenamente satisfactoria. Apoyar a UPN supone romper definitivamente con ETA, y por ahí no pasan, pero tampoco quieren sufrir las consecuencias electorales de un acuerdo con los anexionistas. Esperemos a ver por dónde saldrán el próximo 17 de julio, día en que se cierra la que probablemente será última ronda de contactos para formar Gobierno. Pero la indecisión no se puede mantener indefinidamente, y la posición que tome en Navarra condicionará la que adopte para el conjunto de España.

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