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EDITORIAL

Ni unidad, ni limpieza, ni proyecto

Las fotos de unidad no representan la confianza en torno a un líder y a un proyecto, sino la certeza de que quienes no comulguen con sus ruedas de molino ya habrán sido expulsados de la misma.

Que durante los últimos meses los problemas internos del Partido Popular han ocupado la agenda mediática con preferencia sobre la deplorable gestión gubernamental desarrollada por el PSOE, es un hecho tragicómico que ni siquiera los propios cuadros populares se han atrevido a negar. Los socialistas saben manejar mucho mejor los tiempos, las cámaras y las portadas que sus rivales políticos. En un país que se hunde, paradójicamente, sólo se habla de una oposición descompuesta incapaz de presentar una alternativa mínimamente ilusionante a un Ejecutivo caótico.

Era de esperar, pues, que el PP tratara de dar un golpe de timón lo suficientemente fuerte como para zanjar las suspicacias del electorado en cuanto a su unidad, honradez y proyecto político. Un golpe que consistiera, por un lado, en la corrección de unos problemas internos que distan mucho de ser meras invenciones de la prensa y, por otro lado, en una adecuada divulgación del giro emprendido por el partido. Lo primero sin lo segundo daría lugar a un proyecto político más sólido en plena oscuridad mediática y lo segundo sin lo primero a un mero ejercicio cosmético que difícilmente camuflaría la desintegración interna.

Las convenciones políticas de los grandes partidos estadounidenses, en las que se proclama a los candidatos presidenciales pocos meses antes de las elecciones, son todo un ejemplo de lo anterior: se fija el programa y las líneas maestras de una futurible acción de gobierno en medio de un gran espectáculo mediático que consigue propagar el mensaje de fondo a todos los rincones del país. Como consecuencia, durante los días posteriores a las convenciones, no es inhabitual que un partido escale en las encuestas de estimación de voto en varios puntos porcentuales hasta incluso desbancar a su rival.

En Barcelona, sin embargo, el Partido Popular no ha querido o no ha podido emprender un proceso de catarsis interna que sentara las bases para una alternativa política. Como viene siendo habitual en el nuevo PP de Rajoy, las ideas se han sustituido por consignas y eslóganes sin contenido y la labor comunicativa ha fracasado a la hora de transmitir cualquier ilusión. 

Unidad, limpieza y proyecto, ha proclamado Rajoy al clausurar la convención. Pero ninguno de estos tres objetivos –que sintetizan los auténticos problemasde fondo  del PP– puede decirse que se haya logrado, salvo para frenar de momento y filas adentro la caída libre de un liderazgo cada vez más discutible y discutido.

Los abrazos, las sonrisas y las buenas palabras han reemplazado la consecución de una auténtica unidad (ahí está el distanciamiento cada vez menos disimulado con muchos de los dirigentes de la etapa Aznar), las sombras de corrupción siguen sin despejarse a la espera de que se siga levantando el secreto de sumario de Gürtel y el decálogo de valores del PP es tan vago e inespecífico que prácticamente cualquier formación política podría suscribirlos y reinterpretarlos a su gusto.

Y si la operación quirúrgica del PP ha sido un fiasco, la de maquillaje tampoco ha prosperado. Si hasta la fecha alrededor del 80% del electorado desconfía de las palabras del jefe de la oposición, difícilmente la imagen de un cónclave que se sabe atado de antemano a la búlgara logrará transmitir un mensaje distinto al de que la dirección popular no dudará en purgar cualquier alternativa interna a su vacuidad. Las fotos de unidad no representan la confianza en torno a un líder y a un proyecto, sino la certeza de que quienes no comulguen con sus ruedas de molino ya habrán sido expulsados de la misma.

Mucha pompa, pero ningún cambio. El objetivo fue desde un inicio, no el de renovar un barco lleno de agujeros, sino el de aferrarse otra temporada al sillón de la presidencia del PP. Claro que mientras los populares continúen desnortados, el zapaterismo seguirá también aposentándose en España.

En España

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