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EDITORIAL

No renunciar al futuro

España ha de demostrar que es un país con una opinión pública madura y decidida a aprovechar responsablemente sus recursos.

Las prospecciones petroleras que se van a emprender en Canarias y que han recibido la aprobación gubernamental este jueves son una excelente noticia, aun sin que se sepa si finalmente hay o no petróleo en la zona, o, mejor dicho, si hay el suficiente como para que su explotación sea rentable económicamente.

Lo importante no es tanto la hipotética rentabilidad económica como que se haya dado la espalda a la demagogia ecologista, no por habitual menos dañina. Porque demagogia de la peor especie es negarse a la explotación de un recurso como el petróleo, valioso y que hoy en día se puede obtener sin perjuicios importantes para el entorno natural.

Desde luego, no se trata de hacer las cosas de cualquier manera y de poner en riesgo un medioambiente que también es importante y tiene un valor económico; pero es que nadie defiende tal cosa: afortunadamente, la evolución de la técnica y la extensión de la conciencia medioambiental permiten que las explotaciones petrolíferas se desarrollen en entornos naturales de alto valor sin mayores problemas, como ilustran a la perfección los casos de Alaska y Noruega.

Del mismo modo, tampoco se puede argumentar que el petróleo es un recurso que sólo beneficia a unos pocos o a grandes empresas. Obviamente, las compañías que lo extraen obtienen beneficios acordes con sus fortísimas inversiones y su tremendo grado de especialización y conocimiento, pero son muchos los lugares en los que los recursos naturales bien explotados suponen no sólo un caudal de inversiones y empleos directos e indirectos, también más riqueza para el conjunto de la población. Los ciudadanos noruegos sufragan la mayor parte de su sistema de pensiones con el dinero del petróleo, y los del estado de Alaska reciben todos los años una cantidad por el mismo concepto que en alguna ocasión ha rondado los 3.000 dólares.

Paradójicamente, donde el petróleo no beneficia a la mayoría es en aquellos países, como Venezuela, en los que regímenes liberticidas y populistas lo utilizan para saquear a la población y reforzar sus poderes. Ellos sí que pueden, sin duda.

Si se encontraran cantidades significativas de petróleo bajo las aguas canarias, España haría frente a una gran prueba: tendría que demostrar si es un país con una opinión pública madura y decidida a aprovechar responsablemente sus recursos o todo lo contrario, lo que sería un auténtico desastre, sobre todo teniendo en cuenta sus graves carencias energéticas y su dificilísima situación económica, con ese ominoso 25% de paro de media, que se dispara a un terrible 33% en Canarias.

Ni España ni Canarias pueden renunciar a un futuro promisorio.

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