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EDITORIAL

Nueva carnicería islamista

La tolerancia se destruye si se brinda a los intolerantes. Y esta es la primera lección que hay que aprender si se quiere ganar esta guerra.

De auténtica carnicería puede calificarse el ataque terrorista registrado este miércoles en Túnez, en el complejo en el que se encuentran el Parlamento y el Museo del Bardo: al menos 22 personas han muerto –entre ellas 20 turistas extranjeros, dos de ellos españoles– y otras 24 han resultado heridas.

Los sucesos se iniciaron a primera hora de la mañana cuando los terroristas, vestidos con uniformes militares y portando kalashnikovs, trataron de asaltar la sede del Parlamento; tras un tiroteo, se refugiaron en el vecino Museo del Bardo, donde tomaron varios rehenes. Según relataron varios testigos, los asaltantes salieron de la mezquita que hay entre el edificio de la Asamblea y el museo y dispararon a un autobús de turistas antes de tomar una serie de rehenes y atrincherarse en una zona del Legislativo que comparte muro con el museo.

Hoy la matanza ha sido en Túnez. Hace unos meses fue en París. Hace poco más de una semana la Policía detenía en Ceuta a dos islamistas que estaban preparados para atentar en España. Hace cinco días eran apresados ocho yihadistas y se practicaron registros de Barcelona, Gerona, Ciudad Real y Ávila.

Bien está que los máximos representantes de la UE hayan prometido "movilizar todos sus instrumentos para apoyar a Túnez", como bien está que el Gobierno español haya anunciado el envío al país norteafricano de policías y expertos en lucha antiterrorista. Sin embargo, lo primero que debe hacer Europa es concienciarse de que el integrismo islámico nos ha declarado la guerra. Y que nos la ha declarado tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. Ignorando su existencia no podemos escapar de ella, y mucho menos ganarla. Hay que librarla en todos los frentes, tanto en el militar como en el policial y en el ideológico. Debemos atender no sólo a lo que los integristas islámicos hacen, también a lo que predican.

En este sentido, no se puede seguir ignorando que estos ataques terroristas tienen motivaciones religiosas. Ninguna religión, como ninguna ideología laica, debe tener patente para predicar contra la vida y la libertad –incluida la religiosa– de los individuos. Los terroristas islámicos han asesinado en Túnez a polacos, italianos, alemanes, españoles, como también a tunecinos. Quienes hacen tan criminal como literal interpretación del Corán sólo ven en sus víctimas a infieles, apóstatas o herejes.

Como venía a decir Karl Popper, la tolerancia se destruye si se brinda a los intolerantes. Esta es la primera lección y la primera batalla que se ha de librar para hacer frente a quienes nos han declarado la guerra invocando a Alá.

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