La nueva vicesecretaria de Estudios y Programas del Partido Popular, Andrea Levy, ha desenterrado la vieja promesa popular de despolitizar instituciones cruciales como el Tribunal Constitucional, el Tribunal de Cuentas o el Consejo General del Poder Judicial, a fin de "mejorar la calidad democrática" de las mismas.
Se trata de una promesa que podría suscitar esperanza si el PP no hubiera demostrado con los hechos que, sobre todo en este punto, no es digno de confianza. Ha sido éste, el de la regeneración de las instituciones, uno de los ámbitos donde el partido de Mariano Rajoy ha traicionado de manera más patente a su electorado. No por casualidad es también uno donde su sintonía con el PSOE ha sido tan poco publicitada como elocuente.
"El regeneracionismo no es que vengan otras caras", ha afirmado la recién llegada Levy. "Es una cuestión de reformas de calado". Las que no ha hecho, no ha querido hacer, su partido, que lo es mucho más de Mariano Rajoy.
Con las generales asomando ya en el horizonte, declaraciones como las de Levy, lejos de generar ilusión, pueden llegar a tener el efecto opuesto al deseado y provocar indignación. En este asunto, el PP no es de fiar, así de triste y sencillo. No merece siquiera el beneficio de la duda. Su potencial votante debe en este punto recordar el dicho que dice que quien es engañado repetidas veces no es víctima sino culpable.
Obras son amores, y no oportunistas razones electorales. Obras diametralmente opuestas a las que han venido ejecutando los populares en este ámbito.