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EDITORIAL

Patético Rubalcaba

Si, por su trayectoria, no diera grima, Alfredo Pérez Rubalcaba podría dar hasta pena, en su papelón como líder de un Partido Socialista que no hay por dónde coger.

Si, por su trayectoria, no diera grima, Alfredo Pérez Rubalcaba podría dar hasta pena, en su papelón como líder de un Partido Socialista que no hay por dónde coger. Cómo estará de mal el palafrenero de los nefastos González y Zapatero, que ya ni siquiera le salva la retórica, que alguna vez, en otros tiempos, había conseguido echarle un capote y ocultar su incompetencia. Madrid es el "laboratorio de todas las derechas": para esto ha quedado Rubalcaba, para aventar frases como ésta, de asamblea de tercera.

No se ha quedado ahí el líder –es un decir– socialista: ha llegado a proponer a su aborrecido Tomás Gómez como alternativa. Eso era, precisamente, lo que querían escuchar los madrileños: que el futuro pasa por las manos del exalcalde de la arruinada ciudad de Parla, muñeco de pimpampún para la presidenta Aguirre en célebres sesiones legislativas y candidato perfecto para casi cualquiera: en las elecciones de 2011 se ganó a pulso cosechar los peores resultados que jamás haya obtenido el PSM.

Madrid empezó a descarriarse hace veinte años largos, vino a decir Rubalcaba a sus huestes. Cuando confió en el Partido Popular para gestionar la Comunidad y el Ayuntamiento de la capital. Con Tomás Gómez –jamás lo olvidarán en Parla–, volverá a la senda correcta, asegura. ¿La del socialismo, será? ¿Se refiere Rubalcaba a la que transita desde hace casi cuarenta años Andalucía, la de las cifras monstruosas de pobreza y desempleo? Lo dicho, si no diera grima, hasta pena daría. Sobre todo cuando se repara en esto otro que dijo, una suerte de confesión proyectada: "La política se hace con pasión, porque si no se cree en lo que se hace la gente lo nota". Y tanto.

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