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EDITORIAL

Pedro Sánchez y la bandera de España

Ahora lo que falta es que no confíe para sacar adelante su proyecto de "patriotismo cívico" en partidos que se ufanan de su incívico antiespañolismo.

El secretario general del PSOE dio la campanada este domingo al dar gran protagonismo a la bandera nacional en su proclamación como candidato socialista en las próximas elecciones generales. Fue, sin lugar a dudas, la imagen de la jornada.

No deja de ser triste que provoque sorpresa que el partido que durante más años ha gobernado España desde la instauración de la democracia luzca la bandera de España en un acto de proclamación de su candidato a presidir el Gobierno de España. Pero, igualmente, no deja de ser lógico, habida cuenta de la estupefaciente relación de la izquierda con los símbolos nacionales: con frecuencia los ignora, pero por desgracia no es inusual que los desprecie o los asocie con el imaginario de la ultraderecha. El contraste con el cordialísimo trato que da a los símbolos de comunidades como la catalana o la vasca es harto revelador.

Sea como fuere, bienvenido sea el gesto de Pedro Sánchez, y ojalá no sea flor de un día y de un lugar: la capital de España. Ojalá el PSOE exhiba sin complejos la enseña nacional en todos sus actos y mítines, también o sobre todo donde más falta hace, en el País Vasco y Cataluña, sin ir más lejos.

Ojalá el PSOE diera motivos para el optimismo en ese sentido. Pero por ahora lo cierto es lo opuesto: este domingo Sánchez habló sentidamente de "el cambio que une" (el lema del acto) y del "patriotismo cívico" que dice profesar, y que aseguró hará de él un presidente "para todos" en caso de que consiga llegar a La Moncloa. Sin embargo, si algo ha caracterizado los últimos movimientos del PSOE ha sido su decidida adhesión a la política de todos… contra el PP, lo que le ha llevado a pactar con partidos antiespañoles en lugares como Cataluña, Baleares o Valencia, en los que de hecho el propio PSOE ha coqueteado o directamente se ha encamado con el nacionalismo, esa lacra que tanto daño está haciendo a España.

Bien está, pues, que Sánchez enarbole la bandera nacional. Ahora lo que falta es que acompañe el gesto con hechos y no confíe para sacar adelante su proyecto de "patriotismo cívico" en partidos e individuos que se ufanan de su incívico antiespañolismo.

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