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EDITORIAL

Podemos comienza a mostrar su verdadera cara

Los recientes escándalos de sus dirigentes van a servir para que los ciudadanos comiencen a darse cuenta de la verdadera cara de este partido.

El escándalo de la polémica beca de investigación en la Universidad de Málaga de la que ha estado disfrutando Íñigo Errejón, uno de los principales integrantes de la formación de ultraizquierda liderada por Pablo iglesias, ha sido sólo el inicio de una catarata de acontecimientos que, poco a poco, van poniendo de manifiesto la hipocresía de los mensajes de Podemos y la absoluta falta de credibilidad de sus dirigentes.

Sólo la desesperación de parte de los votantes españoles, empobrecidos por la crisis y asqueados por los constantes casos de corrupción política que afectan a los grandes partidos, explica que un movimiento liderado por diletantes fanáticos, surgidos de las zahúrdas de la muy sectaria Universidad pública española, se haya convertido en una fuerza política emergente y tal vez decisiva, según las más recientes encuestas electorales. Así ha sido mientras las caras visibles de Podemos se han limitado a ejercer de azote de la casta política en las tribunas mediáticas que, con asombrosa generosidad, han puesto a su servicio los principales grupos de comunicación, sobre todo desde el éxito de este movimiento en las elecciones europeas del pasado mes de mayo. Desde esa atalaya incomparable que constituyen las tertulias televisivas, los dirigentes de Podemos han actuado de severísimos censores de la moral pública, haciendo gala de una altura moral que, a la vista de lo que vamos sabiendo de estos nuevos redentores de ultraizquierda, está totalmente injustificada.

Ha bastado que los medios de comunicación abandonaran ese embeleso inicial y comiencen a poner el foco en la realidad de Podemos desde su constitución como partido político, para que salten a la vista las contradicciones de un grupo de jóvenes totalitarios que ejemplifica lo peor de la muy endogámica y sectaria vida académica española.

El caso de la beca fantasma de Errejón no sólo es un escándalo por el aparente incumplimiento de las funciones por las que ha estado ingresando casi dos mil euros procedentes del bolsillo de todos los españoles. El mero hecho de que accediera a ese puesto, diseñado específicamente para él al objeto de evitar cualquier competencia, es ya un abuso que incapacita a este joven justiciero para seguir abroncando a la casta de la que dice abominar. Si hay en España un segmento social que goza de privilegios, desde luego es el que forman él y sus compañeros de aventura política, todos los cuales llevan desde siempre viviendo del esfuerzo de los contribuyentes, a los que dicen querer liberar aplicando las más rancias recetas de la tradición marxista.

Pero la hipocresía de esta nueva casta de ungidos no se agota con el episodio del presunto nepotismo del que se ha beneficiado Errejón. El líder supremo de Podemos, Pablo Iglesias, ha dado esta semana también otra muestra de hipocresía al exigir preguntas pactadas en un programa de televisión al que había confirmado su asistencia. Tan sólo hace tres semanas decía en otro programa de televisión que le "molaría mucho" someterse a las preguntas de "periodistas cabrones" cuando estuviera en La Moncloa, algo que este totalitario leninista da por hecho. Pues bien, ha bastado que en esa misma cadena le hicieran una entrevista menos amistosa de lo habitual para que le haya entrado el pánico a la exposición pública y exija ahora aparecer en una pantalla de plasma, justo lo que más ha excitado su celo justiciero cuando ha sido el presidente del Gobierno el que ha utilizado ese absurdo formato.

En Libertad Digital advertimos desde el primer momento del peligro que una formación de extrema izquierda, con vínculos intelectuales, políticos y económicos con las dictaduras marxistas emergentes en Hispanoamérica, tendría para el futuro de nuestra democracia en caso de que se cumplan sus expectativas electorales. Los episodios protagonizados por los dirigentes de Podemos esta última semana nos dan la razón. De paso, van a servir para que los ciudadanos españoles comiencen a darse cuenta por ellos mismos de la verdadera cara de este nuevo partido, cuya hipocresía se va a ir poniendo de manifiesto, con toda seguridad, en los días venideros. Esto no ha hecho más que empezar.

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