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EDITORIAL

Podemos es la culminación del zapaterismo

Si Podemos se ha convertido en una formación con aspiraciones de Gobierno es porque sus líderes siguen al milímetro la política de Zapatero.

Cuanto más sabemos sobre las andanzas personales de los dirigentes de Podemos, más claro queda que ninguno de ellos pertenece a la franja social de "los de abajo", a la que con gran cinismo pretenden representar en exclusiva. La espléndida salud de sus finanzas privadas, su pertenencia a la endogámica e improductiva universidad pública y el trato de lujo que reciben por parte de los regímenes más totalitarios del planeta demuestran que, como siempre ha ocurrido a lo largo de la Historia, estos cabecillas revolucionarios no pertenecen a los estratos desfavorecidos de la sociedad, sino a la burguesía más acomodada, de cuyos privilegios no tienen pensado prescindir.

El apoyo de amplias capas de la sociedad española a un movimiento de extrema izquierda como Podemos puede resultar sorprendente, pero la irrupción del partido de Iglesias en la actualidad política no es un fenómeno aislado motivado solo por una situación excepcional de corrupción política y profunda crisis económica. Al contrario, si Podemos se ha convertido de la noche a la mañana en una formación con aspiraciones de Gobierno es porque sus líderes siguen al milímetro los comportamientos políticos, las taras ideológicas y el adanismo histórico que propugnó Zapatero al frente del PSOE y le sirvió para ganar dos elecciones generales consecutivas.

El propio Zapatero ha puesto de manifiesto con terquedad esta identidad con los dirigentes de Podemos, con algunos de los cuales se ha reunido a espaldas de su partido convenientemente acompañado por José Bono, un oportunista habitual de las intrigas políticas. En estos momentos, el expresidente socialista finaliza una gira por Sudamérica, organizada para adular y dejarse adular por los regímenes de Cuba y Bolivia, dos referentes de la organización de Pablo Iglesias además de la Venezuela chavista, nexo de unión de lo peor del continente americano.

Por su parte, en Podemos no tienen empacho en seguir a pies juntillas la política clásica de Zapatero, basada primordialmente en la división de los españoles, la ruptura con la Transición, el agasajo a los separatismos y una disparatada espiral de gasto público como remedio principal para una catástrofe económica que exige justamente lo contrario. Los dirigentes de Podemos también aluden a instalar "el miedo" en un bando de los ciudadanos españoles (que ellos consideran privilegiado por la “casta”), quieren hacer saltar por los aires “el candado de la Transición”, defienden el “derecho a decidir” de “todas las naciones de este país” y, en cuanto a la economía, su plan para solucionar nuestros problemas consiste en llevar a cabo los mismos despropósitos zapateriles pero multiplicados por varios factores.

El brutal plan E que promete Podemos en su programa por importe de 100.000 millones de euros es la garantía del desastre absoluto, si es que antes no acaban con la economía española otras ocurrencias típicas de la izquierda desnortada como subir los impuestos a niveles confiscatorios y crear varios millones más de plazas de funcionario.

De nada sirve que el propio Tribunal de Cuentas pusiera de manifiesto la inutilidad de los dos planes E de Zapatero, que supusieron un gasto de 13.000 millones de euros sin que semejante esfuerzo en plena crisis, de más de un punto del PIB español, se tradujera en la creación de algún puesto de trabajo.

El fanatismo de la izquierda, de la que Podemos es su versión más acabada, elude contrastar sus propuestas con la realidad. Le basta con exacerbar el sectarismo de la sociedad haciendo promesas imposibles de cumplir con una demagogia sin límites. Exactamente igual que Zapatero a lo largo de sus dos mandatos, cuyas consecuencias aún no hemos acabado de pagar.

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