La manera en que el partido de Pablo Iglesias está afrontando las negociaciones para la votación de investidura en el Parlamento de Andalucía pone de manifiesto la distancia existente entre las prédicas de sus líderes y la cruda realidad. A pesar de que el partido de extrema izquierda promete hacer política de acuerdo con los ciudadanos y sus representantes directos, será Sergio Pascual, y no Teresa Rodríguez, quien llevará el peso de las negociaciones con Susana Díaz de cara a un posible acuerdo final.
El secretario de Organización de Podemos y hombre próximo a Iglesias coge así las riendas de un proceso que los representantes andaluces de su partido creían que iban a liderar. Teresa Rodríguez, la cabeza de lista en las elecciones andaluzas y responsable del partido en la región, queda así descabalgada de unas negociaciones cuyo resultado, en cambio, estará obligada a respetar. Menudo papelón el suyo.
Hay profundas discrepancias entre la dirección andaluza y la estatal en lo relacionado con la corrupción, precisamente uno de los asuntos en los que Podemos se ha presentado como prístina anticasta. Así, mientras los dirigentes andaluces exigen como requisito previo la dimisión de Chaves y Griñán, los dos expresidentes socialistas imputados por corrupción, Iglesias y su equipo prefieren contemporizar con los responsables políticos del mayor caso de corrupción registrado hasta la fecha en toda España, a cambio de aún no se sabe qué contrapartidas.
Ha bastado su llegada a un Parlamento autonómico para que los líderes de Podemos demuestren lo que realmente les importa la opinión de sus votantes. No sólo en sus comportamientos privados actúan como la casta que no se cansan de denunciar. También en su forma de entender la política demuestran que a lo vetusto de sus ideas se añade una concepción orgánica tan centralista y alejada de las bases como cualquier otro partido del "régimen del 78", como denominan con todo el desprecio estos salvapatrias chavistas al sistema de libertades consignado en la Constitución. Podemos se va a retratar en Andalucía, y todo hace indicar que la imagen resultante va a tener muy poco que ver con lo que sus dirigentes han venido pregonando en el último año para ganar espacio electoral.