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EDITORIAL

Podemos y el matonismo

Se ofrecían como la solución regeneradora pero aun antes de alcanzar el poder ya están inmersos en el matonismo y la corrupción.

En la peor tradición de la extrema izquierda, Podemos es un partido lleno de facciones, grupos y disidencias que son brutalmente machacadas desde una cúpula que domina el panorama con mano de hierro.

El destino de todo aquel que ose oponerse al líder supremo es la asimilación al estilo Echenique –un caso que demuestra que no hay tanto divergencias programáticas como intereses personales encontrados– o, más pronto que tarde, la eliminación política del discrepante y todos sus partidarios, como le está ocurriendo a Errejón a las puertas del próximo congreso del partido.

Los que presumen de ser la "nueva política" y la voz de "la gente" no son, por tanto, sino la mera repetición a veces caricaturesca de lo peor de la vieja política de la extrema izquierda, signado por el matonismo, las partidas de la porra y, en los casos más terribles, la eliminación física del rival.

Es de esperar y de desear que Podemos no llegue a este punto al que sí han llegado tantos líderes comunistas a los que glorifican, si bien aquel mensaje de Monedero a Errejón desde la casa en la que fue asesinado León Trotski resultó de lo más inquietante.

Sin embargo, a lo que sí llegan y sin el menor disimulo es a un nivel de presión e intimidación impropio de cualquier organización medianamente presentable, lo que no deja de ser sangrante en un partido que dice estar comandado desde abajo.

La mejor muestra de esto llega de nuevo de la mano de Monedero, que este jueves ha amenazado a un diputado podemita, tal y como éste ha asegurado en las redes sociales.

Resulta un comportamiento tan inconcebible como revelador de lo que está ocurriendo en Podemos. En primer lugar, del grado de ferocidad de la guerra intestina en un partido que había llegado para defender a los desfavorecidos y solucionar la presunta emergencia social y que no tiene tiempo para eso porque dedica la mayor parte de sus esfuerzos a la intriga y la batalla entre facciones. Y, en segundo lugar, del sistema de valores que impregna una organización en la que si has sido pillado con más de 400.000 euros de dudosísima procedencia y sin declarar a Hacienda sigues siendo tan importante como para amenazar a diputados –y eso sin tener cargo orgánico alguno– pero en la que si discrepas públicamente vas a ser laminado sin piedad.

Se ofrecían como la solución regeneradora pero aun antes de alcanzar el poder ya están inmersos en el matonismo y la corrupción. Con estos antecedentes, es evidente lo cabe esperar de Podemos si algún día llega al Gobierno.

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