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EDITORIAL

Podemos y la euskaldunización de Navarra

Los de Pablo Iglesias están en la misma longitud ideológica de onda que la extrema izquierda nacionalista vasca.

De la misma forma que ahora camuflan su condición de comunistas, que hasta hace nada ostentaban puño en alto, los dirigentes de Podemos tratan últimamente de maquillar su antaño nada maquillada complicidad con la ultraizquierda nacionalista vasca. Buen ejemplo de ello es el borrador del programa que hace escasamente un mes la formación de Pablo Iglesias en Navarra colgaba en internet: eran 102 páginas en las que se denunciaba la "putrefacción insoportable" y la "corrupción orquestada por los partidos del régimen del 78: UPN, PSN y PP", se apostaba abiertamente por promover un "proceso constituyente" que afrontase "la institucionalización de Navarra en el contexto de Euskal Herria" y se llamaba a promover la "euskaldunización de la Administración".

En el programa actual de Podemos Navarra, la "euskaldunización" pasa a denominarse "convenio de colaboración con comunidades limítrofes", mientras que "el contexto de Euskal Herria" se convierte en “incorporación de Navarra a la Eurorregión (sic) que en este momento conforman Aquitania y la Comunidad Autónoma Vasca”. Además, mantienen la reivindicación de ese eufemismo que es el “derecho a decidir”, así como la “reconciliación” entre víctimas y verdugos.

Es evidente que este cambio de lenguaje no es más que una maniobra de ocultación de la confluencia de objetivos entre los correligionarios de Pablo Iglesias y los proetarras de Bildu. Otro tanto se puede decir de la reciente y publicitada exigencia de Podemos a Bildu de que condene a ETA, desde el mismo momento en que la negativa de los proetarras no ha llevado a la formación de Iglesias a ningún compromiso de no pactar con ella. O de la entrevista que Pablo Iglesias acaba de conceder a la televisión venezolana, en la que el líder de Podemos se ha mostrado a favor del "derecho a decidir" y de "otra política penitenciaria" para contribuir a la "normalización en el País Vasco".

Son muchos los españoles que podrían pedir una "política penitenciaria distinta" a la que permitió la escandalosa excarcelación de Bolinaga y la de decenas de etarras con ocasión de la sentencia de Estrasburgo referida a Inés del Río. Son muchos los españoles que podrían reclamar el fin de anormalidades como que no se respete la vigente Ley de Partidos, que el PP no haya cumplido su promesa de que los vascos y los navarros forzados a abandonar su tierra puedan votar en los comicios autonómicos y locales, que aún haya gente que tenga miedo físico a llevar la contraria a los nacionalistas o que en muchos ayuntamientos vascos y navarros no quieran o no se atrevan a poner la bandera nacional.

Es evidente, sin embargo, que "la otra política penitenciaria" y la "normalización" por las que Pablo Iglesias aboga no son estas, sino las que, con el mismo lenguaje, han venido reivindicado los proetarras desde los tiempos de Herri Batasuna.

Lo que no es normal es que eufemismos como el de la "normalización del Pais Vasco", para referirse al olvido de las víctimas y a la impunidad de sus verdugos; el del "conflicto", para referirse al terrorismo, o el del "derecho a decidir", para atentar contra la soberanía nacional, se extiendan a una clase política dispuesta a pactar con quienes todavía no han condenado un solo asesinato. A esa falsa normalización puede conducir la jornada electoral del próximo domingo, sobre todo si salen de ella victoriosos quienes consideran normal la euskaldunización de Navarra.

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